30 de enero de 2011

Cuando la ciudad duerme la siesta

Anteúltimo día de enero. Un mes en el cual las calles de Lobos lucieron vacías, los comercios cerrados, y cada día la ciudad se iba despertando lentamente cuando caía la tarde y comenzaba la caravana de autos, motos, y bicicletas, chicas lindas y bronceadas que llegaban de la pileta o quinta y se iban a tomar mate a la plaza, y tantas otras escenas propias de esta extraña mutación que se percibe en la zona urbana, difícil de imaginar hace 20 años atrás, cuando había vacaciones, pero la gente de clase media simplemente aprovechaba esos días para descansar en su casa o ahorraba todo el año para una semanita en Mar del Plata. Planes modestos. La ciudad, si bien la actividad bajaba un poco, no se convertía en un páramo como sucede ahora. Felizmente, en aquella época no existían los autos "tunneados", y los objetos de deseo eran una Cupé Fuego o su competidora, la Ford Sierra XR4. Es decir, a nadie se le ocurría gastar fortunas para modificar un auto standard y convertirlo en un boliche ambulante, con decibeles tan altos que hacen vibrar la carrocería del vehículo.

Resulta más que evidente que las cosas han cambiado, y que para algunos vale la pena endeudarse 5 años pagando un cero kilómetro a cambio de acaparar todas las miradas y despertar la envidia de la chusma. La envidia, claro está, existe desde los albores de la humanidad, pero es interesante indagar cómo fueron cambiando las cosas que provocan esa envidia en terceros.

No creas que ya está todo inventado...

Si hay algo que siempre he querido hacer, es ser más selectivo para enfocarme en lo que realmente pretendo alcanzar. El problema es que, par...