Luego de la Semana Santa y los "feriados puente", me preparo para afrontar la rutina diaria. Y debo decir que existe un prejuicio negativo respecto a la rutina, como su fuera algo intrínsecamente malo. Si una persona no tuviera una rutina o una estructura, por mínima que sea, su vida sería un caos. Se levantaría de la cama a cualquier hora, comería cualquier porquería que encuentra en la heladera, y otras cosas que prefiero no mencionar. Sin una serie de actividades que rijan nuestra vida, no habría hábitos, ni horarios, y todo el mundo concurriría a trabajar cuando se le diera la gana. De manera que, aunque seductora, la ausencia de una rutina es una utopía.
Pero necesitamos de las utopías para seguir en este mundo. Necesitamos creer en algo, como escribí en otro texto. De lo contrario, la vida resultaría más vacía de lo que ya es. No se trata ya de pensar en "Dios", Ser Superior, o como te guste llamarlo. De lo que hablo es algo mucho más concreto: creer en que las cosas irán mejor, que algún día el país saldrá adelante, que los boletines de noticias no nos castigarán con choques, embotellamientos de tránsito o secuestros. Necesitamos pensar que vamos a mejorar, que dejaremos de ser mediocres, porque casi todos lo somos, excepto aquellos pocos que logran la excelencia. Por lo tanto, se me ocurre dejar estas humildes reflexiones en esta fría noche de domingo. Ah, olvidé decirles que Boca va puntero en el Campeonato y le ganó 2-0 a Huracán. Saludos, punto final.
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5 de abril de 2015
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