Contradiciendo al viejo adagio popular, en las décadas anteriores estábamos peor que ahora. No me refiero a la situación económica, sino al reconocimiento de derechos conforme la sociedad fue incorporando y aceptando cuestiones en las cuales había notables prejuicios e hipocresía. Otras, tienen que ver con el progreso de la ciencia y la tecnología, que aunque a los países del Tercer Mundo siempre llega tarde, resultan un paliativo.
El Código Civil y Comercial reconoce el matrimonio de personas del mismo sexo, la unión civil, los contratos prenupciales, y junto con leyes complementarias, agiliza el trámite de adopción. Establece que la vida humana comienza desde el momento de la concepción. Por lo tanto, se avanza en la separación de Iglesia y el Estado, porque ésta tiene una postura opuesta, por la cual condena al aborto, que sigue siendo ilegal, pese a todo.Sobre este último punto no quiero ofender a nadie en sus creencias religiosas, me remito a hechos objetivos.
Una persona infectada por el virus HIV ya no está "condenada a muerte" como en la década del '80. Hay medicamentos que contribuyen a una mayor expectativa de vida, y las obras sociales (al igual que con los pacientes oncológicos), están obligadas a cubrir el tratamiento. Que no lo hagan o que haya que pasar por la eterna burocracia del sistema de salud es otra cuestión, no menor. Del mismo modo la obesidad fue reconocida como enfermedad y también se debe proveer el tratamiento necesario.
La "muerte digna", un tema sensible, ha comenzado a ser discutido y debatido, sobre todo por el sufrimiento que les provoca a los familiares o seres queridos, tener un paciente con una enfermedad terminal.
El divorcio vincular es un trámite mucho más rápido, pues no se requiere el consentimiento de los cónyuges ni audiencia de conciliación.
En una de las escasas medidas acertadas del actual Gobierno, se sancionó la Ley de Reparación Histórica, para que los jubilados y pensionados puedan resolver los juicios que les habían iniciado al Estado por haberes mal liquidados, y aunque el proceso es engorroso, es mucho mejor que esperar a estar muerto.
El blanqueo de capitales contribuyó a traer millones de dólares que estaban en paraísos fiscales del Exterior, y obligó a que los argentinos los declararan en su propio país, destinando los fondos en el circuito financiero nacional.
Por último, empieza a surgir una "contracultura", un movimiento marginal, que es la expresión de una sociedad en crisis, y se manifiesta en el arte, en la música, y en un modo de entender la vida bastante peculiar (sería largo entrar en detalles). Los pobres tienen voz, ni siquiera remotamente a lo deseable en una democracia, pero mucho más en este nuevo milenio que en la burguesía que dominó el país el siglo pasado.
Por todo ello, pensemos que todo tiempo pasado fue peor. Punto final.
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Feliz domingo
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