14 de mayo de 2018

Monólogo rabioso de lunes


Estoy harto de ver y escuchar, en los grandes medios, sólo noticias sobre la cotización del dólar. Ya está, loco, que vuele todo por los aires y listo, no podemos vivir pendientes de la especulación aquellos que tenemos que parar la olla todos los días. Nosotros cobramos lo que ganamos en pesos, y gastamos en pesos, no tenemos margen para salir a comprar dólares. Y bastante que nos cuesta poder mantener nuestro estilo de vida, darnos algún gusto como todos nos merecemos, porque no vinimos a este mundo solamente a trabajar, no somos máquinas, tenemos una familia y necesitamos dedicarle tiempo y descansar. Manga de inoperantes nuestros políticos, del primero al último, háganse cargo de lo que hicieron y no joroben al laburante. La presión impositiva es cada vez más fuerte y buena parte de nuestros ingresos va a pagar impuestos cuyo destino nadie sabe cuál es, como siempre, mientras nuestros diputados y senadores cobran dietas altísimas y canjean pasajes de avión que no usan por guita en efectivo. ¿Por qué no reducen el IVA a los alimentos esenciales? Sí, van a recaudar menos, pero es una forma de incentivar el consumo y de que esos productos estén al alcance de los sectores más postergados. Bajen el IVA a la harina, al pan, a la leche. Todos los países desarrollados están proponiéndose como meta reducir impuestos, y acá hacemos todo lo contrario. Y encima nos endeudamos cada vez más para tapar agujeros. Como dijo Melconian, para detener la diarrea (fuga de divisas).

Por otra parte, el Mundial de Fútbol no me despierta el menor interés. Por supuesto que voy a ver los partidos y ojalá salgamos Campeones, pero sería un error considerar este hipotético logro como una forma de canalizar frustraciones colectivas. No podemos caer en el exitismo. Es triste pensar que nos aferramos a un evento deportivo para obtener un poco de satisfacción. Y más aún, cómo se convierte en una cortina de humo de nuestros dirigentes para no abordar una discusión en serio, un debate donde todos se sienten en la misma mesa. Si cada uno pone un huevo en una canasta, no vamos a ningún lado. Punto final.


A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...