En vísperas de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, deberíamos repensar en aquello que nos hace argentinos, que no es solamente haber nacido en el mismo suelo. Somos los trabajadores y aquellos que ya se jubilaron quienes construimos la Patria día a día y le ponemos el hombro, cada uno desde nuestro modesto lugar y posibilidades. Desde luego, no todos podemos concretar (o ver plasmado) en lo cotidiano la epopeya de nuestros próceres, y quizás la mejor manera de hacerlo sea honrando su memoria y tratando de demostrarles que el esfuerzo y empeño que pusieron no ha sido en vano. Que la sangre derramada de tantos compatriotas trajo consigo la paz institucional que tanto costó conseguir.
Y hoy, con un escenario diferente y un poco aciago, tendríamos que dejar de lado esa tontería de que "la Patria es el otro". No, la Patria somos todos, el otro y yo también. No dejemos que el árbol nos impida ver el bosque. Aunque el panorama actual del país no sea el mejor o el que deseamos, confío en que vamos a salir adelante. No sé cómo. No todo es responsabilidad de la dirigencia política. Si estos tipos están ocupando cargos, es porque "alguien" los eligió. Hagámonos cargo del deber cívico de votar. Implementemos el "voto castigo" si algo no nos gusta. Salgamos a las calles a protestar de forma pacífica, no con palos y piedras. Porque la democracia es meramente representativa, el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. Está en nosotros torcer el rumbo de la historia, que no es fácil, porque acumulamos repetidos fracasos. En educación, en salud, en la falta de respeto a las instituciones. Esto no es nuevo, y los lectores de bien, lo saben. Hace años, diría décadas, que venimos arrastrando sucesivos fracasos, y entonces aparece un "iluminado" que nos encandila con un discurso mesíanico, o nos dice que "sí se puede". Claro que se puede, con Macri o sin él, cuando termine su mandato. El problema, reitero, es cómo salimos de este embrollo. Porque esta fiesta la vamos a tener que pagar entre todos, como ha sido siempre. Años de despilfarro, de amiguismo y de corrupción, no son gratis para el pueblo. Punto final.
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