25 de septiembre de 2019

Cuando la vida parece un videojuego

Muchas veces, la situación de Lobos o del país resulta un tema recurrente para quienes visitan este blog, y hasta puede ser motivo de hartazgo. Es que a mí también me afecta lo que pasa, no vivo en una burbuja, soy parte de una sociedad que a menudo me resulta injusta e ingrata, y en otras ocasiones se muestra más amigable. Me parece importante darnos cuenta de que Lobos está cambiando su fisonomía, y esto no tiene que ver con ningún gobierno, sino con los usos y costumbres. Necesitamos más automovilistas que cedan el paso al peatón. Más dueños de perros que no los dejen cagar en la vereda ajena. Más gente que ame lo que hace, que sienta pasión por el trabajo que tiene. Constantemente veo personas deambulando como zombies, con cara de nada, porque el trabajo que detestan es el precio que tienen que pagar para sobrevivir. Es verdad que hay laburos jodidos e insalubres, pero si vos estudiaste para algo, ponele pilas y no jodas. Tené en cuenta que estás en una posición a la cual no todos han podido acceder, ya que muchos vecinos vieron truncados sus sueños y proyectos porque había que parar la olla todos los días.  No siempre lo que te gusta hacer es lo mejor remunerado. En mi caso, yo elegí ser periodista, y quizás si fuera abogado o ingeniero me iría mucho mejor, pero nunca me detuve a pensar demasiado en eso, creo que a la larga se impone la vocación sobre la profesión.

Por otra parte, hay muchos que están disconformes con la vida que les tocó en suerte, por varios motivos.  Esto ocurre por no siempre  podemos elegir. Y debemos tomar decisiones duras, que no quisiéramos, pero no nos queda otra opción. Es a todo o nada. Y más viejo te ponés, más te das cuenta de que la vida dejó de ser un juego. Es un ciclo, un viaje, y hay que tratar de pasarlo lo mejor posible sin joder a nadie. Porque un día te despertás y cuando querés acordar, ya pasaron 10 o 20 años, y te preguntás qué estuviste haciendo todo ese tiempo, siguiendo al rebaño, sólo por quedar bien con el resto. Los garcas que se pasan todo el día en un bar no piensan en eso, porque para ellos la vida pasa por otro lado, y convengamos que cada uno tiene esa voluntad de elegir. Es algo que me interesa enfatizar. A cualquiera de nosotros, tomar una decisión crucial nos produce miedo e inquietud. Natural sensación que tenemos cuando hay muchas cosas en juego. Y si la pifiás, peor te sentís, empezás a pensar cómo hubieras actuado, o qué hubiera pasado, lo cual no conduce a nada porque con los hechos consumados, poco se puede hacer. Quizás la próxima vez tengas una pequeña revancha personal. Punto final.

Las Olimpíadas que no veremos

  Parece ser que este año, el Municipio tampoco realizará las Olimpíadas de la Cuenca del Salado. Ningún funcionario se molestó siquiera en ...