21 de septiembre de 2020

Meritocracia: No envidies mi éxito sin conocer mi sacrificio

Comenzó la primavera, un hecho meramente anecdótico ya que no se realizaron picnics ni festejos de ningún tipo, por la situación que todos conocemos. Si miramos hacia atrás, varias fechas importantes han pasado casi desapercibidas porque cada día es igual al anterior. Un feriado carece de sentido si la mayor parte de la gente ve restringida su actividad laboral. Casualmente hoy, con un amigo, estábamos recapitulando acerca de la "meritocracia", palabra tan en boga hoy en día. Básicamente, lo que se plantea es que para progresar hay que esforzarse y hacer méritos, pero no siempre funciona así. Hay gente que heredó un patrimonio importante y que seguramente con ello le baste para vivir de rentas. Están los argentinos que siguen con las patas en el barro y no pueden salir adelante del chiquero por más garra y empuje que le pongan. Yo me he exigido todas las veces que lo consideré necesario, particularmente en determinados momentos de mi vida: Cuando estudiaba, cuando empecé a laburar, y si tengo que poner en la balanza el saldo de "esfuerzo vs. logros", no sé si he sido recompensado. No es algo que me desvele. La realidad es que nadie tiene que darte nada, y lo que recibas será por añadidura. Nunca bajé la guardia, pese a que tuve que atravesar momentos duros y muchas veces me cuestioné si valía la pena seguir haciendo periodismo en Lobos. En resumen, deben existir condiciones que propicien la movilidad social y lo que se conoce como "progreso", por eso es tan distinto el país que conocieron nuestros abuelos que el que nos toca vivir a los más jóvenes. 

Es tan válido el tesón del chico que carga bolsas de cemento o de harina a un camión, como el de quien está metido 12 horas en una oficina con el jefe respirándole la nuca. En mi profesión, enriquecerse no es la norma, es la excepción. Se enriquecen los que están cerca del poder político de turno y bajan línea todo el día para los medios en los que trabajan. Yo siempre tuve una mirada "macro" de las cosas, no me gusta quedarme en el chiquitaje. Si algo está bien hecho, no me importa quién lo hizo ni de qué partido es. Pero cuando las cosas salen mal, parece ser que caen todos en la volteada. El éxito es "de todos"; de los compinches y amigotes del club o del bar; en cambio el fracaso o la derrota son huérfanas. En la política es así, si sos candidato y perdiste, perdiste vos, no todos los que te votaron o los que te acompañaban en la lista.  

Hay mucho de vanidad en esto de los "méritos", porque uno quizás considera que lo que hizo no ha sido suficiente, o que personas poco preparadas para informar gozan de mayores beneficios. Lo que yo hice por mí, ya está hecho, no vale la pena plantearme si obtuve un reconocimiento o lo que sea que buscaba. Y mientras tenga voluntad, continuaré dando lo mejor que pueda como el primer día. Nunca va a ser suficiente lo que hagas, porque tu vida o la mía puede cambiar en un instante y vas a tener que enfrentarse a situaciones que jamás imaginaste. Y tomar decisiones rápidas, sobre la marcha, es algo que todos hemos debido resolver. Porque el tiempo no para, el tiempo no espera. Simplemente transcurre como arena entre los dedos. 

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