3 de abril de 2014

Los linchamientos

Como es de público conocimiento, se han sucedido en los últimos días una serie de casos en los cuales, ante un robo o un arrebato, los delincuentes son ajusticiados por las propias víctimas, como así también por ocasionales transeúntes que con inusual entusiamo, le propinan un feroz paliza. Es lo que comúnmente se denomina "Justicia por mano propia". Si esto continúa así, estamos en problemas. Las fuerzas de seguridad son quienes deben reducir, detener o aprehender a los delincuentes, aunque todos sabemos que muchas veces no están presentes en el lugar del hecho y demoran más allá de lo razonable en acudir para ejercer su poder coercitivo. En la edición de Clarín de hoy, el Ministro de Seguridad, Sergio Berni, admitió que la gente reacciona de este modo porque "hay cierto hartazgo". No hace falta que el citado funcionario lo diga: hace tiempo ya que hay hartazgo social, impotencia de los ciudadanos, y la sensación de que nada está exento de ser víctima de un delito. Ahora bien, de ningún modo se puede avalar la justicia por mano propia. Estaríamos retrocediendo más de dos siglos si, con distintos argumentos, se responde a la violencia con más violencia. En este sentido, aunque algunos no estén de acuerdo, creo que vivimos en la ley de la selva. La gente ya ha perdido toda confianza en el accionar de la Policía y es por ello que ha optado por castigar a los delincuentes a su manera. Por supuesto, este preocupante fenómeno social puede revertirse, en la medida que cada uno se haga cargo de sus funciones. Recuerdo declaraciones desafortunadas del ex Gobernador Ruckauf, cuando dijo sin inmutarse que "hay que meter bala a los delincuentes". ¿Eso no es incitación a la violencia? En aquel momento, más allá de que se generó un efímero debate, esa afirmación temeraria pasó casi inadvertida. Por tal motivo, si los propios funcionarios no son capaces de tomar nota de lo que está sucediendo, estamos apagando un fuego con nafta. Punto final. 

Disco recomendado del día: 
Skay Beilinson, "A través del mar de los sargazos" (2002, edición independiente)

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Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...