Cada cuatro años, asistimos como espectadores a un Mundial que nos ofrece cámaras por doquier, televisores de última generación (casi hiperrealistas, podría decirse), y repeticiones de jugadas que antes resultaban imposibles de ver nuevamente (sólo se repetían los goles). Sin embargo, el fútbol sigue siendo el mismo, y que se haya convertido en un negocio no debería ser motivo de sorpresa: lo mismo sucede con la NBA, o con el Fútbol Americano. Lo que sucede, es que en Sudamérica casi todos los chicos comienzan jugando al fútbol, eligen ese deporte o bien sus padres los impulsan a hacerlo. Y aunque casi no quedan ya los famosos "potreros" en la Capital y sus alrededores, donde todo es cemento, hay canchas de fútbol 5 con césped sintético que de alguna manera suplen esa carencia para aquellos que tienen la posibilidad de acceder a esta singular forma de entender al deporte más popular del mundo.
Es claro lo expuesto más arriba, en cuanto al marketing y la facturación que genera un Mundial. El que se disputó en Estados Unidos, además de ser una vergüenza desde lo deportivo, resultó lamentable: ¿A quién se le ocurre elegir como sede de la Copa del Mundo a un país que carece por completo de tradición futbolística? Pues a Joao Havelange, quién otro si no. Dentro de EE. UU., sólo los latinos siguieron el desarrollo de los partidos, en tanto que el resto del país permaneció indiferente. En los sucesivos Mundiales, la prensa yanqui empezó a tomar más en serio al fútbol, al dedicarle más espacio, pero siempre teniendo en cuenta a qué "target" iba dirigido.
Ayer fue Maradona, hoy es Messi. Los nombres cambian, y las comparaciones son odiosas. Son jugadores distintos, que pertenecen a épocas distintas, y por lo tanto resulta imposible trazar un paralelo dado que no son contemporáneos. Lo único que podemos decir en favor de Messi (si lo quisiéramos comparar con Maradona), es que nunca usó ninguna sustancia estimulante prohibida por la FIFA. En tanto que Maradona, aún hoy, sigue siendo alimento de la prensa amarilla por sus excesos, por sus adicciones, y por tener hijos irresponsablemente. Pero, insisto en que llevaría largas horas de debate ponernos de acuerdo respecto de las diferencias, o no, que existen entre estos dos genios. Messi es cuestión de tiempo aún. Necesita consagrarse ganando un Mundial. Punto final.
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14 de diciembre de 2014
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