Días de intenso calor de viven en la ciudad, en este verano que va despidiéndose de a poco. Es como si se resistiera a irse, y nos da los últimos latigazos de sol y humedad. Ya hace varios días que padezco esta situación, del mismo modo que cualquier asalariado a quien no le queda otra alternativa que salir a la calle. Y cuando entrás a un negocio que tiene aire acondicionado, no querés salir más de ahí. Es un pequeño oasis dentro del desierto. Yo tengo ventiladores, que de alguna manera constituyen un palitativo ante las altas temperaturas. Los "programas de verano" de la TV ya comienzan a decir adiós, y en realidad a nadie le importa demasiado, porque nos hemos dado cuenta de que aún en temporada alta, la televisión nuestra de cada día deja mucho que desear. Aún así, es mucho mejor que ver un canal venezolano o mexicano, que son terribles en todo sentido. No sólo porque uno no entiende los modismos, sino porque además carecen de todo asidero. Es una ensalada tropical de boludeces varias. Una especie de "Doctrina Monroe" en versión caribeña.
Así estamos por estos días. Me propuse, en estas líneas, no hablar de política. Creo haber conseguido ese objetivo. Punto final.
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