8 de septiembre de 2015

El valor del perdón


Ya he abordado este tema en otras oportunidades, pero nunca está de más. Pedir perdón no es sinónimo de debilidad o de sentirse en "offside" por haber reconocido un error. Pedir perdón es sanador, te saca la carga, la culpa, el rencor. Y le hace sentir a la otra persona, que supuestamente ofendiste, que admitís tu falta o tu equivocación. Hay situaciones en las cuales parece casi imposible que nos perdonen y dar marcha atrás, torcer el curso de los acontecimientos: sin embargo, hay gente que tiene la nobleza y la hidalguía de aceptar que con una palabra, toda ofensa  quedó sepultada en el pasado. Me quedé pensando en eso hoy, viendo con qué facilidad se cometen atropellos, y como todo el mundo está dispuesto a creerse el dueño de la verdad en una disputa. Vale decir, que nadie quiere dar el brazo a torcer y reconocer que se mandó una cag..., tan simple como eso. Tanto quien perdona como quien pide perdón deben estar en un pie de igualdad, de lo contrario siempre sobrevolará la sospecha de si aceptaron  nuestras disculpas con sinceridad. Sería bueno ver menos hipócritas en los templos e iglesias, y más gente dando una mano a quien lo necesita. Punto final.

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...