18 de diciembre de 2017

Batalla campal en el Congreso

Definitivamente, hoy no fue una joranda más en el país. Se sabía que podía ocurrir algo así, pero ni el más pesimista de los analistas podría haber presagiado algo semejante. Buenos Aires convertida en una ciudad sitiada, saturada de policías, que aún así no pudieron controlar a un nutrido grupo de activistas de ultraizquierda que les arrojaron todo lo que encontraban. Improvisaron piedras destrozando baldosas y bancos de hormigón de las plazas, hasta pudo verse una suerte de "mortero"  que uno de estos sujetos hizo detonar contra los uniformados. 
Desde que tomé conocimiento del proyecto de reforma previsional, me opuse, y lo consideré profundamente injusto, pero nunca se me pasaría por la cabeza expresar mi rechazo por medio de la violencia. Una violencia que trasgredió todos los límites, si es que los hay. Partidos políticos que cuando se presentan a elecciones generales obtienen (por ser generosos) un 3 % de los votos, y que nunca llegarán al poder porque la mayoría de la sociedad repudia su mirada retrógada, encuentran como nefasto paliativo la destrucción, el vandalismo, que no fue espontáneo sino rigurosamente planeado en el común de los casos. En realidad, a ellos tampoco les importan un carajo los jubilados, en una causa que abrazaron como propia y que no les pertenece. O al menos, no es privativa de estos movimientos izquierdistas. 

Me tomé el trabajo de ver todos los canales de noticias. ¿Hubo represión de Policía y Gendarmería? Sí, hubo. ¿Hubo heridos con balas de goma? También. Pero el objetivo de estos grupúsculos era ganar la Plaza Congreso, y de ser posible, derribar el vallado para irrumpir en el Palacio Legislativo. Por un momento creyeron lograrlo, aunque las fuerzas de seguridad consiguieron un mínimo orden en el medio del caos generalizado. 

Lo peor de todo, es que estos pseudo-dirigentes, tienen varios adeptos, idiotas útiles muchos de ellos, ignorantes otros, que pretenden hacer una réplica patética de las gestas revolucionarias. Sí, son patéticos. Dan vergüenza. Pero quizás lo más grave, es que hay sectores de la oposición más moderada que los financian para que puedan consumar su propósito. 

Toda la vida me pronuncié en contra de cualquier abuso de las fuerzas de seguridad, pero considero que esta vez actuaron del modo correcto. De hecho, hay más de 80 policías heridos, que probablemente no eligieron estar allí, sino que debieron hacerlo por una orden emanada de un superior. Esto no hace más que demostrar que los argentinos no aprendimos nada, 34 años de democracia al pedo, con políticos que nos meten la mano en el bolsillo, y estos aprendices del troskismo que ni siquiera saben realmente lo que la verdadera izquierda representa. En síntesis, son una caricatura de la propia ideología que dicen representar. Punto final.

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