Sábado por la tarde en la ciudad. Cuando entramos en el último mes del año y pensamos en el tiempo transcurrido de este 2017, seguramente se nos escapan cosas. Porque la vida tiene matices: no todo fue un desastre, ni tampoco un éxito rotundo. Es que además, si todo fuera tan lineal, resultaría un tedio el devenir de los meses.
Por supuesto, para aquellos que debieron lamentar el fallecimiento de un ser querido, o tuvieron que atravesar una situación traumática, este año no será recordado de la mejor manera. Es natural y absolutamente humano que así sea.
Si tuviera que hacer memoria, salvo algunos hechos puntuales, no recuerdo, mes por mes, cómo los fui transitando, y qué pasó en ese interín. Una de las razones de este blog fue esa: sin llegar a ser un "diario íntimo", recordar todo lo que me ha tocado vivir. Como dije en más de una ocasión, soy optimista respecto a este año, si lo comparo con aquellas cosas que me afectaron en 2016. Pero es la percepción subjetiva de cada uno la que determina esto, y en realidad tampoco tiene mucho sentido hacerlo. Son 365 días, es un ciclo, y nada más. Después vendrá otro, y habrá que prepararse para hacerle frente.
Lo más terrible que te puede pasar es no tener trabajo, estar enfermo, o ambas cosas. Y si bien yo tengo algunas enfermedades, no me impiden hacer una vida normal. Con respecto al trabajo, dependo de mí mismo: yo soy mi propio jefe, no estoy en relación de dependencia. Manejo mis tiempos lo mejor que puedo, y a veces termino de almorzar o cenar a cualquier hora, porque la prioridad es escribir la nota periodística, descargar las fotos de la cámara, todo el laburo propio a lo que yo me dedico. Cada empleo tiene sus particularidades, pero considero que lo esencial es que ello no te obligue a restarle tiempo a los amigos y a la familia. Conozco casos de gente que vive atormentada y arrepentida de no haberle dedicado suficiente tiempo a sus hijos (o viceversa, a sus padres), anteponiendo horas de laburo, que ellos creían que era lo mejor. No quiero que mi vida sea estar 30 años (o más), trabajando para terminar recibiendo una jubilación miserable.
Del mismo modo, respecto a lo que comentaba recién sobre nuestros afectos, no voy a pemitir que eso me suceda. Mis seres queridos, son queridos, precisamente, porque ocupan un lugar en mi vida. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
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