27 de noviembre de 2017

Aquello que atesoramos en la memoria


El tiempo te hace ver la vida de otra manera, y es natural que sea así, caso contrario sería patológico pensar igual que cuando tenías 15 años. Además, tus hábitos, gustos y costumbres van cambiando. Ya no te satisface tanto escuchar una banda punk, comenzás a disfrutar del tango, la bossa nova, el jazz. Ya será más difícil que te tomen por boludo (aunque inevitablemente va a ocurrir), porque aprendés cómo se maneja la gente. Aprendés a guardar silencio para evitar una discusión estúpida y sin sentido.

Se afirman los ideales, las convicciones que cada uno tiene, y se diluyen las utopías. Porque la utopía es lo inalcanzable, es pensar las cosas "como deberían ser", y no como realmente son. El diccionario la define como:
"Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano".
Esto no significa claudicar, ni bajar los brazos. Es aceptar que la sociedad tiene profundas desigualdades y es injusta por naturaleza. Sobre todo, injusta con quienes más han contribuído a hacer de este mundo un lugar mejor. Entre ellos, los científicos, los filósofos, y los grandes pensadores. Ninguno de ellos se hizo millonario, y quizás tampoco lo deseaba en su fuero íntimo. Pero vivimos asqueados de televisión basura, de la degradación de la mujer, de conflictos entre países que se dan de la manera más absurda. 

Como suele decirse, podemos sentirnos satisfechos de que a este país han hecho todo lo posible para hundirlo, y no lo han conseguido. Porque todavía queda gente que se la juega de verdad, que le pone pilas a un proyecto, que comprende -como dije una vez- que decir la verdad no es un mérito como nos quiere hacer creer la clase política, sino un deber. Todavía queda gente que lee, que se toma el trabajo de indagar varias fuentes porque no quiere que le den todo "masticado", y eso tiene mucho valor. Tenemos cineastas jóvenes que son un orgullo para el Séptimo Arte argentino, y que están logrando hacerse un lugar en medio de los dinosaurios que se dedicaban a filmar películas mediocres, comedias sin gracia, y con actores que parecían maniquíes. De a poco la cosa va cambiando, de la mano de los "millenials", la nueva generación que nació o creció en el Siglo XXI. Hoy nadie se asombra de ver una pareja gay, salvo algún retrógrada, ni se avergüenza de comprar preservativos para tener una sexualidad responsable, por citar un par de casos. 

Para concluir, yo no espero nada de la dirigencia política, ni de la actual ni de las venideras, y sólo creo que el sentido común y las racionalidad nos pueden salvar del abismo. Sumando esto, desde luego, a aquellos que cultivan la espiritualidad. Punto final. 

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Domingo por la tarde en Lobos: Una jornada más, ya casi por dar comienzo a la segunda quincena de abril, y pasada por agua. Hace como tres d...