Nos mintieron a todos, alevosamente: a vos, a mí, a los familiares, a la prensa internacional. Este señor, el portavoz de la Armada, Enrique Balbi, día tras día iba "informando" datos que nunca existieron, como los supuestos 7 llamados por teléfono satelital desde la nave, como el hecho de que la tripulación había pedido auxilio golpeando con un martillo en código Morse sobre la coraza del submarino. Le mintieron a la prensa internacional, que replicaba los dichos de este caradura. Hoy, demasiado tarde, nos enteramos de la cruda realidad. Desde la Armada no informaron al Ministro de Defensa de inmediato lo que estaba sucediendo: el funcionario se enteró en un vuelo a Europa, leyendo el portal de noticias Infobae, según dice la crónica de La Nación. También, se sabe, había un rumor de que el Presidente pretendía descabezar a la cúpula de la Marina, antes de que el ARA San Juan zarpara. ¿Fue una replesalia de los uniformados de blanco, advertidos de lo que se podía venir? Probablemente. Encerrar a 44 personas en una "lata" con 30 años de antigüedad (cuando la mayoría de los países tiene submarinos nucleares), sin tomar los recaudos necesarios, fue una aventura que terminó de la peor manera. El presupuesto en reequipamiento para las Fuerzas Armadas es ínfimo. Y debe hacerse en tiempos de paz, no sólo ante la inminencia de un conflicto bélico. Hace unos meses, celebraban la recuperación del Rompehielos Irízar, como su fuera un gran logro, cuando estuvo casi 11 años inactivo luego de un incendio dantesco, que pudo ser sofocado, y por lo cual debió ser remolcado al puerto por otro buque.
Se abre el peor, y el más penoso, de los escenarios: que el submarino esté destruido, hundido, y con él toda la tripulación, y la indignación de los familiares es totalmente lógica, porque soportaron varios días de angustia, de pistas falsas, de opinólogos que supuestamente eran expertos en la materia y eran consultados por los medios. Se puede mentir de dos formas: inventando hechos que nunca fueron ciertos, u ocultando la verdad. Hicieron las dos cosas. Nos trataron como mascotas. Como dice Charly García en una célebre canción, fue "el milagro de una pobre actuación". El único reconocimiento genuino que hay que hacer, es a todos los países que se ofrecieron a prestar su logística y su tecnología para dar con el paradero del ARA San Juan. Ojalá que los altos mandos de la Armada sean relevados, estos tipos perversos e inútiles a la vez, que sean separados de la fuerza, y que nunca más salgan a la calle, porque dan ganas de lincharlos. Aún con la remota posibilidad de que la tripulación esté con vida, lo que pasó es inaceptable. Punto final.
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