(Este texto lo redacté un día antes del partido Argentina-Nigeria)
Es tan ilusorio aferrarse a un evento deportivo creyendo que va a cambiar tu vida... no digas que no te lo avisé. Todos queremos ganar el Mundial, pero también queremos vivir mejor en condiciones dignas para todos, con luz, gas, y cloacas, y no siendo rehenes de una euforia que se disipa en 90 minutos. Si estos 11 inútiles que están en la cancha no hacen nada por nosotros, no los culpemos. "La culpa no es del chancho...", dice el refrán, y nada más cercano a la verdad. Somos nosotros quienes le damos de comer a la prensa deportiva resultadista y cómplice de los boludos que se creen héroes. Por favor, a ver si entramos en razón de una buena vez y pensamos en no festejar las derrotas ajenas sino en sentirnos orgullosos de los logros propios. Qué se yo, si fuera por mí prefiero que incendien la AFA, pero no la Casa Rosada. La AFA es una cueva de ladrones que no representa a nadie, un nicho de corrupción que aún no han podido erradicar. O no quieren, porque el poder político de turno los está bancando. No se puede seguir así, hermano, con la cabeza metida dentro de un televisor. Hay países que tienen un nivel de desarrollo humano altísimo y nunca ganaron un Mundial. Bueno, yo prefiero eso, antes que la estupidez colectiva.
Me quedo con las cosas que realmente importan, que los jugadores hayan pasado un papelón o una vergüenza corre por cuenta de ellos, se lo merecen por ineptos, no es culpa del rival ni del resto de los argentinos. Cuando pasan estas cosas es casi inevitable recordar glorias pasadas, esa nostalgia tan nuestra, de un trofeo que hace varios años nos es esquivo. Pero la vida es mucho más que eso, que un mes de fútbol. No podemos esperar milagros de nadie, debemos aprender a vivir con lo que tenemos y si está a nuestro alcance, compartir. Como dije una vez, ser solidario es muy más que donar ropa que ya no usás o un tetra brik de leche. Ser solidario es ceder el paso al peatón si vas en auto, no tirarle la basura o la mugre al vecino de al lado, cuidar de las mascotas. Y si no las querés cuidar, mejor no tenerlas, y dárselas a alguien que pueda dedicarles el tiempo que vos no tenés disponible. Punto final.
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