10 de diciembre de 2020

Crónica del primer año de gobierno de Fernández

Mientras me cebo unos mates y me dispongo a comenzar el día, trato de trazar una reseña del primer año de gobierno de Fernández. Cada vez es más evidente la influencia de CFK en la toma de decisiones, y los conflictos que existen entre los funcionarios albertistas y cristinistas. Es cierto, también, que el proyecto de legalización del aborto es un debate que debe darse.  Pero podría haber esperado, por lo menos, hasta el año que viene. Hoy tenemos otras prioridades muy claras: poder salir de la pandemia y avanzar en la llegada de la vacuna. Recuperar la economía, revertir los índices de pobreza que son alarmantes, generar puestos de trabajo... ¿Acaso nadie piensa hacer nada al respecto? Los peronistas repiten como un mantra que este año fue malo para la Argentina por el coronavirus, y que el Presidente por ese motivo no pudo hacer todo lo que había proyectado. Eso ya lo sabemos, más allá de que el argumento resulte creíble o no. La mayoría cree que la cuarentena fue excesivamente larga, sin embargo también la mayoría de los argentinos trataron de respetarla y cumplirla, al menos en los primeros meses. Luego, claro está, se produjo un hartazgo general y por ello cada uno vio las consecuencias que traía seguir estando en este status quo: comercios cerrados, pérdida de fuentes de trabajo, secuelas psicológicas. En fin, nada que no se haya dicho antes. 

De Fernández podemos decir que es un político que, al igual que sus antecesores, prometió cosas que quizás sabía que no iba a poder cumplir. No hablemos ya del asadito y la heladera llena, que quedarán para el anecdotario de la infamia. Hablemos de "cerrar la grieta". Lejos de ir en esa dirección, se dedica a ensancharla quitándole fondos a CABA y echando mano a cualquier recurso para cubrir parches. Una muestra de ello fue la protesta de los policías bonaerenses, que el Presidente decidió desactivar quitando puntos de coparticipación a la Capital. Aclaro que Larreta y los porteños en general no son santos de mi devoción, pero el árbol no me impide ver el bosque. Habría que analizar los indicadores económicos para ver cómo estábamos en diciembre de 2019, sin tener en cuenta como única variable el valor del dólar. 

El macrismo, en su afán por reducir el déficit fiscal, no conoció límites a la hora de castigar a la clase media, su principal fuente de votos, con tarifazos sistemáticos y una inflación alta, y aquí está clara otra mentira del ex Presidente y "el segundo semestre" (de supuesta recuperación). No hubo segundo, tercer, ni cuarto semestre: arrasaron con todo y los funcionarios de Hacienda no parecían tener mucha capacidad de reacción. Además, pergeñaron un endeudamiento descomunal con el FMI. ¿Por qué digo esto? Porque el kirchnerismo actual, que saca chapa de progresista con sensibilidad social, está llevando al país a una situación igual o peor que la que dejó Macri. Si vos no marcás la cancha para ganar territorio, otro lo va a hacer, y eso es lo que está pasando. Crece la intención de voto de Cambiemos no porque ellos sean brillantes, sino porque los que están ahora son ineptos, parafraseando a Perón. Bullrich es impresentable, y sin embargo es la Presidenta del PRO mientras Macri queda en un segundo plano. Este gobierno no es abiertamente populista como hace 10 años: sabe que no puede gastar en hacer demagogia sin antes pagar a los acreedores. Pero siguen con la misma retórica que seduce a algunos desde lo discursivo más que desde los hechos concretos. Punto final.  

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