Lunes. Hoy me sucedió un fenómeno curioso: Arrancamos la semana, lo cual es obvio para cualquiera, pero no lo fue tanto para mí. Perdí la brújula, o la “agenda”, mejor dicho. Empecé el día plenamente consciente de que era lunes, pero ya cuando pasó el mediodía y me disponía a dormitar la siesta, se me hizo una laguna: Estaba convencido de que era sábado, vaya a saber por qué. Laboralmente, hoy no hice demasiado, quizás guiado por esa misma confusión que se prolongó hasta las últimas horas de la tarde.
Pero no hay mal
que por bien no venga: Me tomé el día, digamos, algo que casi nunca hago. Ni toqué el teclado de la
computadora, excepto para escribir este posteo. Incluso tenía que hacer unos
trámites y los pospuse ingenuamente creyendo que no habría bancos por tratarse de un fin
de semana. Claro que ya para mañana se acaba la joda, y habrá que continuar con
la rutina habitual. Lo raro de todo esto es que suelo confundirme de fechas o
días cuando hay un finde largo, pero en esta ocasión no ha sido así.
Ironías de
la vida: Soy siempre yo quien reniego de los excesivos feriados y asuetos, y
podría afirmar que hoy –para mí- fue casi uno más de ellos. Fueron unas "mínimas vacaciones", un lunes sabático que aproveché para escuchar música, leer, y ver películas, todo ello debido a que se me nubló la mente y se me corrieron los casilleros del almanaque. No me extrañen, nos estamos viendo
pronto: Mañana prometo volver al ruedo con la actualidad política local y notas de
interés general, porque lo que hacemos los periodistas honestos, no es ni más
ni menos que prestar un servicio a la sociedad, sin ningún "sobre" de por medio. Punto final.
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