Comienzo de la semana. Buen momento para pensar y reflexionar sobre todo lo realizado durante el finde. Bueno, ya un anticipo se los di respecto a mi visión sobre eventos como la "Fiesta del Alfajor" y demás. El sentido común indica que bajo ningún concepto debió haberse desarrollado ayer, con una día nublado y lluvioso. No es un contexto que invite a participar. Pensemos que, en un domingo con cielo despejado y sol radiante, sin duda la Plaza hubiera estado llena. Por lo cual, la sensatez decreta que debería haberse reprogramado, de forma tal que se logre una mayor concurrencia.
Ya sé, es cierto lo que me dijeron algunos funcionarios: No se cambió la fecha porque estamos hablando de productos artesanales donde lo fundamental es garantizar la frescura de la materia prima. Aunque discutible, no es un argumento 100 % erróneo. Porque, llegado el caso, podríamos plantearlo al revés: ¿Cómo hacer para brindar a los lobenses y ocasionales turistas algo gratuito e interesante en una aburrida y destemplada tarde de fin de semana? Y te digo más, si pagás el cachet de algún artista de renombre, hubiera sido un golazo con todas las letras. Si el año pasado le pagaron a Chantal Abad casi $ 363.000 por ser jurado de la Fiesta de la Empanada (consta en los decretos), comprenderán que lo que acabo de afirmar no es tan descabellado.
Sea como fuere, más allá de eso, pienso que la decisión final no pasó por ahí, sino que ya estaban todos los gazebos y stands armados, y por era razón se optó por hacerlo tal como lo vimos quienes estábamos cubriendo periodísticamente en el lugar. Me pareció que se arriesgaron inútilmente dejándose llevar por la improvisación. Yo esto lo dije ayer, el mismo día, para que no me salgan a chicanear de que hablo con "el diario del lunes". Sin gastar mucho dinero, se le podría haber brindado un marco de mayor lucimiento con el sólo hecho de elegir una fecha más propicia climáticamente. Por no mencionar que casi no tuvo difusión, ni se hizo una conferencia de prensa (meramente informativa) a modo de recordatorio de esta actividad. Es un punto que necesariamente deberán rever los responsables de que los eventos culturales o turísticos tengan la llegada y la audiencia que se merecen.
Es decir, estarán aquellos que estaban al tanto de esto y sin embargo no fueron, pero me dio la impresión de que la gran mayoría de los vecinos permaneció indiferente (y ausente), simplemente porque nunca se enteró.
Ya voy a ampliar este concepto, por más que suene reiterativo en mi exposición, porque da lugar a un análisis más detallado y preciso. Basta con comparar cómo en gobiernos anteriores se promocionaban actividades de este tipo con "costo cero", y cómo en la actualidad siguen sin encontrarle la vuelta, corriendo desde atrás como el burro con la zanahoria. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
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