7 de mayo de 2024

Costillas

Martes por la noche en la ciudad. En los últimos meses tuvimos cuatro invasiones consecutivas de mosquitos, algo que entraría en el terreno de lo anecdótico, pero que trae numerosas complicaciones para la vida cotidiana al aire libre. Febrero, marzo, hubo algo más leve en abril, y ahora mayo, fueron el target elegido por los insectos para hacer de las suyas, sumado al calor, la humedad, y el agua estancada por las lluvias. No es una buena combinación, todo lo contrario. Es un cóctel difícil de digerir. Pero si nosotros, que ya hemos pasado por tantos obstáculos, nos quedamos en la mediocridad, no le estaríamos haciendo justicia al desafío de vivir. 

Tenemos bastante por mejorar antes que mirar la paja en el ojo ajeno. Nos revolcamos en el barro ante aquello que nos exime de toda culpa, por ínfimo que sea. Si habláramos de política, estaríamos al horno, porque en calidad de electores, no sería sensato que siguiéramos viendo lo que ocurre mientras nos hacemos los giles. La gente que está ahora no llegó porque sí, eso es obvio, pero no nos queremos convencer de la realidad. Preferimos seguir engañándonos. Aun así fluyen ideas, incluso en aquellas mentes que en apariencia están tranquilas y mansas. Nadie nos podrá quitar nunca la capacidad de pensar, y mientras tengamos eso, podremos razonar. Ya que alguien quiera hacerlo o no, es otra historia.

Las ideas, los proyectos, los planes, los deseos. Todo ello está en el aire, y circula a más velocidad que cualquier bicho que procure alimentarse de sangre. Son posiciones, formas de ver la vida. Cada uno está plantado en la suya, y desde esa óptica analiza los hechos. Por eso es que se habla de una opinión pública, que está formada por el sentir de la sociedad. Cuanto más disgregada se presenta, mas conflictividad hay en la calle. Se genera más violencia, al comienzo no lo percibimos, pero crece a una escala significativa sin que nos demos cuenta a qué punto estamos llegando. En el fondo, todos somos unas pobres ratas de clase media o media/baja, y pelearnos entre nosotros, sólo facilita que engorden los bolsillos de los más acaudalados, de esa “gente bien” que se cree que el pueblo pastorea en la mansedumbre y que nunca se rebelará. Ese día va a llegar, quizás dentro de unos meses, o al cabo de unos años, y vamos a ver cuántos quedan en pie cuando eso suceda. Porque si explota todo, ahí sí vamos a tener que juntar fuerza y coraje para salir a flote y seguir en pie. Ahí los quiero ver, porque no será nada grato, ninguna lucha popular ha nacido desde la comodidad. Me estoy desviando bastante del contenido del primer párrafo, pero no importa. Los mosquitos son más que una metáfora grotesca y cruel de los que viven a costillas de otros. Punto final.

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