Has dejado de sufrir, Gustavo

Realmente, cuando me enteré ayer del fallecimiento de Gustavo Cerati, lo viví con dolor, pero sucedió algo extraño. Luego de más de 4 años que permaneció en coma, era algo que se veía venir. Y aún cuando hubiera podido recuperarse (o "despertarse", como decían los fans más acérrimos), ya hubiera estado imposibilitado de componer o de hacer música. Y me viene a la mente el caso de Charly García, mi ídolo máximo, que gracias a Dios está vivo, pero con un deterioro cognitivo que lo mantiene en un estado de escasa lucidez, por lejano al Charly que supimos conocer en los '80. Cerati lideró el rock nacional durante casi tres décadas, primero con Soda Stereo y luego con su carrera solista. Y fue la antítesis del rock grasa (también denominado "rock chabón"), que se masificó a fines del siglo XX. No estamos diciendo con esto que una vertiente sea mejor que otra, sino que Cerati supo diferenciarse y establecer una continuidad con el estilo que ya había forjado exitosamente en Soda Stereo. Esto significa que los fans de Soda siguieron a Cerati aún después de la disolución de la banda, que tuvo dos "despedidas": una en 1997 y otra en 2007. Está claro que se juntaron por la guita, y quizás por eso, por las vueltas del destino, Gustavo terminó (o sus familiares más cercanos) gastando buena parte de la fortuna de los 21 shows en este tratamiento que no tenía muchas expectativas de dar un resultado. En principio, porque el 10 de mayo de 2010, tras su último show en Venezuela, los paramédicos no supieron atenderlo a tiempo, y el traslado hasta la clínica de Caracas se hizo interminable. Seguramente ahora, como suele suceder, llegarán las reediciones de sus discos, con canciones inéditas, como así también documentales, o todo tipo de material que sea susceptible de la voracidad comercial. Que descanse en paz. Punto final.