Rosario Lufrano es una excelente periodista. Es mesurada, sabe hablar, sabe preguntar. Estuvo a cargo de la Gerencia de Contenidos (o algo así) de Canal 7, hasta que se cansó de que "la TV Pública" se convirtiera en un nido de ñoquis y gente deambulando sin nada qué hacer. Ahora conduce un programa altamente recomendable: "Digo lo que pienso", por Radio Rivadavia. Ya he comentado en otros posts, que Rivadavia es una de las pocas radios AM que escucho con placer y casi sin moverme del dial. Cuando uno la escucha en una entrevista, se da cuenta de su profesionalismo: no toma partido ni a favor ni en contra, no comete exabruptos, deja que el entrevistado hable y explique su posición. Todo esto, que debería ser lo normal, no abunda en el periodismo argentino. Además pareciera que todo tiene que decirse a los gritos, como si fuera sinónimo de entusiasmo o diversión. Las cosas no funcionan así, al menos si pretendemos jerarquizar la profesión. La estupidez, sobre todo en la televisión mañanera, busca ser disimulada con gritos, colorido, y otras boludeces.
La televisión o la radio no son malas en sí mismas, sino quienes están a cargo de estos medios y ejercen una marcada intención de que todo está bien, de que no pasa nada, de que vivimos "pum para arriba". Muchachos, la fiesta menemista ya pasó. Los problemas hay que resolverlos aquí y ahora. En lugar de desperdiciar horas y horas con la vedette o botinera de turno, ¿qué tal si buscamos la manera de atender a lo que realmente vale la pena? Por supuesto, no podemos estar las 24 horas hablando de desempleo o inflación porque nos llevaría a la demencia, pero evitar deliberamente estas cuestiones habla de una clara voluntad de escapar de la realidad.
(Actualización 2022: Estaba leyendo esta nota que escribí hace varios años, y debo decir que no pienso de un modo tan elogioso de Lufrano, sobre todo por su pésima e irregular gestión al frente de la TV Pública)