6 de febrero de 2016

2002: el año que nos puso de rodillas


Sábado, 8 de la mañana. Estaba pensando en los recuerdos que cada uno de nosotros tenemos, difusos o quizá más instalados en la memoria, del año 2002. Fue, sin lugar a dudas, el momento en que nos dimos cuenta que habíamos tocado fondo. En realidad, como nos suele pasar, nos percatamos tardíamente, dado que tanto el FMI como el resto de los organismo internacionales habían decidido no prestarle ni un centavo al país. En el bienio 2001/2002, hubo gente que se murió esperando que llegara una medicación imposible de afrontar por los costos. Quienes pudieron (y quisieron hacerlo) se fueron temporalmente al Exterior. Lo que nos quedamos, nos cagamos de hambre. Hubo que ajustarse el cinturón, empezar a pagar con esos papeles pintados denominados "cuasimonedas", como los Patacones o Lecop. Pero tan pronto como se salió de la fantasía del "1 a 1" al derogarse la Ley de Convertibilidad, las empresas encontraron incentivos para crecer. Cuando Eduardo Duhalde, siendo candidato a Presidente en 1999, propuso "cambiar el modelo", la clase media argentina se horrorizó. Y es natural, porque estábamos endeudados hasta las b... en dólares, pagando cuotas para un auto, una heladera o un televisor. O bien pagando un crédito. Fue entonces que, garantizando que se mantendría el "1 a 1", ganó De la Rúa dichos comicios. El resto es historia conocida. Y por esas parábolas de la historia, Duhalde logró su cometido de ser Presidente, no por voluntad popular, sino por la Asamblea Legislativa, ya que habían pasado cuatro tipos por la Casa Rosada antes que él, los cuales ni siquiera alcanzaron a pisar la alfombra porque huyeron como ratas. Nadie quería agarrar ese "fierro caliente". El Primer Mundo, al que con tanto orgullo decíamos pertenecer, nos dio la espalda.

En 2002, sólo quienes tenían dólares en el colchón se vieron beneficiados. Si hablamos de indicadores económicos, fue el peor año en todos los sentidos: cayó la construcción, el empleo, el poder adquisitivo se redujo dramáticamente. Hubo que recurrir a "segundas marcas" en las góndolas de los supermercados: algo había que comer, sea arroz, polenta o lo que fuere. Si era "marca pirulo", no importaba: también se empezó a vender después de muchos años leche cruda o sin pasteurizar, que uno compraba a algún conocido, la hervía, le sacaba toda la grasa que podía, y se la tomaba. No había otra salida más que comer lo que se pudiera. Muchos jubilados murieron en la vana espera de que les reconocieran sus depósitos bancarios, cuando por su avanzada edad, ellos deberían haber tenido la prioridad. La gente golpeaba con palos las sucursales de los bancos, prolijamente tapiadas con chapas, caso contrario hubieran sido incendiadas o saqueadas. 

En medio de todo este quilombo, hubo un Mundial de Fútbol para el olvido: se disputó en junio y por primera vez la sede fue compartida entre dos países, Corea y Japón. Los partidos, por la diferencia horaria, había que verlos a la madrugada. La Selección dio vergüenza, sólo le alcanzó la "nafta" para jugar los tres partidos de su grupo y cayó en la primera ronda. El equipo argentino era favorito, pero flaco favor hicieron los elogios de la prensa cuando hubo que jugar la Copa del Mundo. De esta manera, esos 11 forros que dieron lástima en la cancha, no hicieron más que exacerbar la frustración, en un país donde el fútbol es el deporte más convocante. 

Así, entre lamentos, nostalgias y penas, transcurrió buena parte de 2002. Hubo una famoso "veranito" (siempre los argentinos somos tan vivos para los eufemismos), cuando Roberto Lavagna asumió como Ministro de Economía, cuyos efectos concretos se verían recién a comienzos de 2003. Por supuesto, los políticos, famosos, y empresarios, como es natural, ni se enteraron de que 2002 fue el peor año de nuestra historia, y siguieron con sus vidas como si nada hubiese sucedido. Para ellos, el huracán fue apenas una leve brisa. Punto final.

Cayéndose a pedazos

  Nos estamos cayendo a pedazos. Más allá de lo desastroso que es el gobierno de Milei, y que salta a la vista, hay otros aspectos a conside...