Ayer se conoció la noticia de que 12 diputados K abandonaron el bloque del FPV. Un síntoma de que nada es eterno, y que las promesas de fidelidad a "la causa" o "al modelo" tienen fecha de vencimiento. Estos 12 legisladores díscolos patearon el hormiguero del imaginario kirchnerista, rompieron con el denominado "núcleo duro", y en estas condiciones, el escenario se presenta ampliamente favorable al Presidente Macri.
Pero como te digo una cosa, sería injusto si no te contara la otra: El infame Leopoldo Moreau, tristemente famoso por haber sacado el 3 % de los votos en las elecciones presidenciales de 2003, también hizo la peripecia del panqueque y se pasó al kirchnerismo. Su ex compañeros radicales no lo recuerdan de la mejor manera, y no es para mejor. Es algo inédito, si te ponés a pensar: Con él como candidato, la UCR obtuvo el porcentaje más bajo de votos en toda su historia reciente.
Yendo de un extremo a otro del arco político, podríamos afirmar que Macri se encontró con una situación totalmente inesperada, que tiene como principal protagonista a Diego Bossio, ex Director Ejecutivo de la ANSES. Este joven diputado, aparentemente, tuvo que tragarse el "baño de humildad" que le impuso Kristina cuando tenía la aspiración de ser candidato a Gobernador por la Provincia de Buenos Aires. En su lugar, la ex mandataria bendijo con su aprobación a "la Morsa" Aníbal Fernández, quien mordió el polvo de la derrota de un modo categórico. Desde 1987 hasta 2015, el PJ gobernó con mano de hierro la provincia. Quizás no fue Vidal quien ganó la elección, sino "La Morsa" que la perdió por sus supuestos vínculos con el narcotráfico y con los hermanos Lanatta. Fue entonces cuando en el Justicialismo el clima comenzó a tornarse espeso, y en la cumbre del partido estalló la bronca contenida de quienes durante 12 años agacharon la cabeza y levantaban la mano, como si pararan a un taxi, ante cada proyecto de Ley presentado por los K.
Bossio fue uno de los que pateó el tablero, pero sería injusto señalarlo como "el traidor", o "el que se cortó solo". ¿Este es el principio del fin del kirchnernismo en su versión 2.0? Tal vez sí, porque Cristina, desde su exilio soñado, no logra disciplinar a los díscolos de su propia tropa. Y cuando el barco se hunde, lo primero que buscan los tripulantes son los botes salvavidas. ¿Tenemos que ser macristas por unos años? No hay problema. ¿Tendremos que negociar con Massa y tragarnos el sapo de los fondos buitre? Perfecto. Todo sirve para seguir en la cresta de la ola y no caer en el ostracismo, que es el mayor miedo al que le tienen los políticos. Además del hecho del ir presos por corruptos, cosa que logran evadir durante varios años amparándose en sus fueros.
El Justicialismo, hoy por hoy, está poniendo a prueba su capacidad de reinventarse, de reciclarse, como siempre lo ha hecho. De ser neoliberal en los 90, proteccionista e intervencionista en principios de la década de 2000, parece inclinarse en la era macrista como un defensor del libre mercado y de la apertura de la economía. Los más reaccionarios todavía se resisten a este cambio de paradigmas, pero cuando necesitan fondos para sus provincias y "la chequera" no aparece, son capaces de ir en Procesión hasta Luján. Punto final.
El Justicialismo, hoy por hoy, está poniendo a prueba su capacidad de reinventarse, de reciclarse, como siempre lo ha hecho. De ser neoliberal en los 90, proteccionista e intervencionista en principios de la década de 2000, parece inclinarse en la era macrista como un defensor del libre mercado y de la apertura de la economía. Los más reaccionarios todavía se resisten a este cambio de paradigmas, pero cuando necesitan fondos para sus provincias y "la chequera" no aparece, son capaces de ir en Procesión hasta Luján. Punto final.