Otro tema que daría para desarrollar con más profundidad es cuando "pasan a disponabilidad" a los policías acusados de abuso de poder o apremios ilegales. Fíjense que rara vez se los echa de la fuerza, sino que se dispone su traslado a otra jurisdicción. Se le abre un sumario, tendrá alguna sanción menor, pero sigue. Y esa es la gente que nos debería proteger o defender de los delincuentes, que en muchos casos son más chorros que los que están entre rejas.
Por eso pienso, teniendo en cuenta que hay una Academia de Policía en Lobos, que se debe despojar a los aspirantes y cadetes de los viejos vicios que aún persisten, como el pago de coimas o los vínculos con la droga y la prostitución. Las nuevas generaciones de uniformados tienen la oportunidad de cambiar esa mala imagen que cunde en un vasto sector de la sociedad. Formar policías probos y honestos no es tarea sencilla, y si no me creen les recomiendo ver la película Sérpico, en la cual actúa Al Pacino, donde éste empieza a recibir presiones de sus pares por negarse a los sobornos y a los negociados. Es mucho lo que se puede hacer para que la sociedad vuelva a confiar en las fuerzas de seguridad, y son los instructores quienes deben transmitir los valores humanos necesarios para poner fin a esta nefasta historia llena de tropiezos, en la cual (no podemos dejar de decirlo), también pagan justos por pecadores. Punto final.
Por eso pienso, teniendo en cuenta que hay una Academia de Policía en Lobos, que se debe despojar a los aspirantes y cadetes de los viejos vicios que aún persisten, como el pago de coimas o los vínculos con la droga y la prostitución. Las nuevas generaciones de uniformados tienen la oportunidad de cambiar esa mala imagen que cunde en un vasto sector de la sociedad. Formar policías probos y honestos no es tarea sencilla, y si no me creen les recomiendo ver la película Sérpico, en la cual actúa Al Pacino, donde éste empieza a recibir presiones de sus pares por negarse a los sobornos y a los negociados. Es mucho lo que se puede hacer para que la sociedad vuelva a confiar en las fuerzas de seguridad, y son los instructores quienes deben transmitir los valores humanos necesarios para poner fin a esta nefasta historia llena de tropiezos, en la cual (no podemos dejar de decirlo), también pagan justos por pecadores. Punto final.