1 de febrero de 2016

Una sociedad que no funciona

Lobos es un pueblo chico, pero quizás sin darnos cuenta, nos hemos "aporteñado": ya nadie saluda por la calle. Todos caminan apurados, nerviosos, tensos, porque te das cuenta al observarlos. Camina un tipo de traje por la vereda, concentrado en el celular, te lleva por delante y sigue como si nada. Para él, vos sos un estorbo, no una persona. Si tenés la mala suerte de ser peatón, nadie que vaya en auto te cede el paso. Es la ley de la selva: "si voy en auto y no te apurás a cruzar, te piso". Es que se ha trasladado a todos los órdenes: el que se cree depositario de una autoridad superior, te pisa la cabeza. Hay poco respeto por el laburante y demasiada contemplación para quien anda al pedo dando vueltas en un Toyota o en un Audi. A esos tipos nadie los infracciona, ni les cobra multas. Agarran a un boludo sin casco en la moto (de pura casualidad seguramente, porque los controles son fáciles de evadir), y le sacan la moto. Cuando vas a pagar la multa y te permiten retirar el vehículo, seguramente lo encontrás hecho mierda, en el mejor de los casos. Lo mismo sucede con los autos que van a parar al depósito judicial. Se te cruzó un flaco que iba en moto sin luces, lo chocaste sin querer, y fuiste. Te retienen el auto. Te hacen  la denuncia. Tenés que rogar que la compañía se seguros asuma la responsabilidad que le cabe. El auto, obviamente, está a la intemperie, de manera que las condiciones en que lo vas a encontrar serán deplorables. Es que, como mencioné en otro post, si la Dirección de Tránsito hace los operativos siempre en el mismo lugar, es obvio que nadie flojo de papeles aceptará circular alegremente por allí. Toman un atajo por otra calle y listo, problema resuelto. Así funcionan las cosas. Las motos que hacen delivery de helados o de comidas van a mil, pero no porque el pibe que maneja quiera necesariamente hacerlo, sino porque el dueño del local le exige entregar rápido el pedido. Son síntomas de una sociedad disfuncional, en la cual muchas veces pagan justos por pecadores. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...