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31 de enero de 2016
Enfermedades mentales
Domingo por la tarde en la ciudad. En materia de salud mental, considero muy valioso que salgan a luz los testimonios de personas que han padecido ataques de pánico, fobias, o Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), por mencionar sólo algunas de las patologías más frecuentes. Es un avance significativo. Y digo esto, porque estas personas que sufren por lo que les está pasando, vencieron los prejuicios, los miedos, y dieron a conocer lo que les pasaba. Lo cual motiva a otros que están atravesando por esa misma situación, a acudir a un psicólogo o a un psiquiatra. Probablemente, desde tiempos remotos la gente sentía pánico de enfrentarse ante determinadas cosas, pero la enfermedad como tal no estaba diagnosticada porque no se sentaban precedentes. Hoy, tanto los profesionales como los pacientes conocen de qué se trata, porque hay bibliografía sobre el tema, y se puede actuar en consecuencia.
Por citar un caso, se demostró con estudios científicos que al paciente con TOC le cuesta mucho dormir o conciliar el sueño, porque sufre lo que Freud denominó "el erotismo del pensamiento". Se "maquina" demasiado, su mente no para de procesar información, y buena parte de esta información no es relevante en hechos concretos. Sin embargo, el obsesivo compulsivo no puede evitarlo, por la naturaleza misma de su compulsión. Quien tiene TOC no puede separar la "razón" de la "emoción". Priman los impulsos, las compulsiones. Desde hace varias décadas, con la aparición se la terapia cognitiva conductual, se puede lugar una mejora sustancial en la calidad de vida del paciente, en un plazo relativamente corto. ¿Por qué? Porque se trabaja directamente sobre el "foco" del problema, sobre aquellas cosas que al paciente lo obsesionan y le ocasionan una preocupación desmesurada y patológica. Para ello, se trabaja buscando que el paciente vaya registrando sus propios actos entre los intervalos de una sesión y otra. Y luego, ya en la consulta, el terapeuta y el paciente se focalizan en esos actos, aparentemente incomprensibles y que el individuo no puede controlar, para un abordaje directo sobre todo lo que se considere un desgaste mental innecesario. Precisamente, el hecho de pensar, de racionalizar todo, de no darse cuenta de que la vida muchas veces es más simple de lo que parece, es lo que dificulta la relación de los pacientes con TOC con su entorno.
Reitero, por lo tanto, que es muy valioso que estas nuevas enfermedades mentales (que en realidad no son tan nuevas), sean puestas "en blanco sobre negro", en boca de los propios pacientes. La Revista Viva, hace pocas semanas, publicó un artículo sobre el tema. Tiempo atrás, en el suplemento de Clarín de los sábados, un paciente que es escritor y lleva a cabo una impecable labor en su profesión contó, sin tabúes, como convive con "su" TOC. Es de esta manera, con ese sinceramiento, cuando nos animamos a hablar de lo que nos pasa, y no de otra, que se puede llegar a crear conciencia. Y que la persona que está leyendo esa nota o ese artículo periodísitoco sepa que no está sola, ni que tiene que sentirse un anormal. Punto final.
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