5 de enero de 2016

Pensamientos retrógadas

Los argentinos somos, todavía, bastante retrógradas. Costó (y cuesta) concientizar a la población de que la obesidad es una enfermedad. El "gordo", encima que se ve al espejo como cualquier persona y sufre por su figura, tiiene que padecer el hecho que de un mundo no tuvo en cuenta a personas con sobrepeso. Porque no en cualquier tienda de ropa se consiguen los talles especiales, pese que existe una Ley que obliga a que los tengan. Las dificultades para entablar una relación de pareja, para sentirse bien en un país donde nos gusta discriminar al que no es igual que nosotros, son  múltiples. A la gente le gusta sentirse identificada con las modelos de las revistas del corazón, que en muchos casos son casi anoréxicas, con una delgadez que impresiona. Y además, las fotos son retocadas digitalmente, con lo cual la persona que aparece tal estilizada, la "chica de tapa", en realidad no es tan flaca como los estándares de belleza actuales pretenden. 

El "distinto" siempre parece molestar en la sociedad: el depresivo, el homosexual, el discapacitado, el obeso, y la lista sería interminable. Y en un pueblo chico esto se nota mucho más. En Buenos Aires podés ser un anónimo, pero si se presentan a una entrevista de trabajo un "gordo", y una chica con minifalda cortita, buenos pechos y buena cola...no hace falta ser un gurú para advinir quién obtendrá el puesto. Se ha avanzado mucho, es cierto, pero buena parte de la sociedad sigue creyendo que un discapacitado es un "incapacitado". Y no son sinónimos. O que una persona con sobrepeso y con un currículum impecable, no puede ser idóneo en su tarea. Ojalá algún día todas estas barreras que nos separan se terminen, y aprendamos a convivir. Y si somos diferentes, que viva la diferencia! Punto final. 

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...