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10 de junio de 2016
Cada vez que cumplimos años
Cada nuevo cumpleaños, la vida nos sopla en la cara, nos pega unos cachetazos frenéticos, nos sacude. Nos hace sentir eso: que todavía estamos en este mundo y que alguna misteriosa razón debe haber para que sigamos aquí. Nos damos cuenta, entonces, de que cada día no es igual al otro, porque si así fuera un cumpleaños pasaría desapercibido. Y mientras todavía tengas fuerzas y uso de la razón, hay motivos para festejar.
Hoy cumplí 37. Nunca pensé que llegaría a esta edad. Tan lejos, tan cerca. Extraño cuando era un pendejo o adolescente, fueron buenos tiempos. Pero también pienso en lo que está por llegar, en una nueva etapa de mi vida, en la madurez, los sentimientos vistos desde otra perspectiva. El hecho de pensar que logré superarme en muchos aspectos, es alentador. A los 17, no lo hubiera logrado, o no me hubiera interesado, porque yo era otro. Como dice la canción de Gustavo Cerati, "Hoy ya no soy yo".
Y buscarle la vuelta a las cosas, darse maña para salir adelante, está muy bien. Está perfecto que la vida no sea tan fácil, y que haya que pelear para ganarse un lugar. De lo contrario, todo estaría al alcance de todo el mundo y sería demasiado aburrido nuestro paso por este mundo. Pero no, eso no va con nosotros. Estamos acá para tratar de vivir lo mejor de podamos sin joder al otro, para dejar algo, un legado, como quien arroja una botella al mar. Sólo el tiempo y nadie más nos juzgará, ni siquiera quienes nos rodean deben creerse con derecho a hacerlo. Porque el tiempo cambia las cosas, las difumina, las deforma. Lo que ayer era aberrante hoy es lo más anhelado. Lo que ayer parecía una estupidez hoy es un invento que factura millones de dólares. El que mirabas con desprecio antes, ahora se convirtió en tu amigo.
Y no está mal que estas cosas pasen, que haya tantas vueltas de tuerca, porque en definitiva la vida es como una comedia de enredos que comienza muy lento pero que se precipita sobre el final, dejando a los espectadores atónitos. La vida es eso, un ida y vuelta, un sube y baja, nunca estás dos veces en el mismo lugar, es cierto que hay un "deja vu" pero no al punto de que los hechos sucedan calcados. Eso, y nada más, es lo que hace apasionante la vida. Lo imprevisible, el riesgo, "jugarse" por algo, los desafíos, la adrenalina. Por supuesto que hay una parte que es previsible y obvia, a todos nos gusta tener cierta comodidad o status quo, pero dentro de esa condición en la que estás, hay mucha amplitud. Cada vez más cosas se cuestionan o debaten, el miedo al absurdo se desvanece, ya nadie puede afirmar que "está todo dicho", porque el ser humano juega un poco con eso.
Por todo lo expuesto, agradezco a quienes me saludaron en mi cumpleaños y me hicieron sentir rodeado de afecto. Estuvieron porque ustedes lo quisieron, que es lo más valioso. Gracias, gente. Punto final.
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