16 de enero de 2017

Aprender a escuchar antes de hablar

Mis padres siempre me aconsejaron aprender a escuchar antes de hablar. Muchos años más tarde, el propietario de un diario me dio la misma sugerencia, aunque en términos un poco más enérgicos. Pero valió la pena. En las conferencias de prensa, tanto acá como en la China, muchos periodistas buscan el lucimiento personal con una pregunta, descolocar al interlocutor, hacerlo pedazos. Y en rigor de verdad, lo que dijo el conferencista (funcionario) de turno, suele tener más sustancia de lo que ocurre con las preguntas de la prensa. Cuando llega ese momento, el periodista está un poco tenso, porque quiere dar justo en el clavo (por no decir una grosería) y se admiten pocas preguntas por cada medio. Pero ojo, el tipo que responde también la puede pasar mal, si es que no está preparado, no tiene buena dicción, o esa capacidad envidiable de nuestros políticos para irse por las ramas. Supongamos que la conferencia en cuestión es para hacer un anuncio de obra pública, o lo que fuere. Pasan los días, dentro de unas semanas nadie se acuerda ya de lo que se prometió hacer y a nadie le importa tampoco, porque se sabe que se maneja así. Cuanto más grandilocuente es el anuncio, menos probable es que se concrete. Y lo que valen son los hechos. Entonces aparece el político de la oposición, diciendo "cómo puede ser que no hayan iniciado la obra XXX", y ahí la rueda sigue girando, porque ese jueguito consiste en chicanear al otro que no cumplió, pero antes de hacérselo saber personalmente, hacerlo por los medios. Conozco varios políticos que les encanta ser el centro de la escena, ser fotografiados, filmados, hacer gestos ampulosos, recalcar el esfuerzo de "la gestión" (llámese gobierno), pero este fenómeno no es nuevo. Se ponen la camiseta para "defender el proyecto", y cuando las papas queman...¡Adiós! ¡A buscar un salvavidas antes de que nos tape el agua! Siempre se acomodan de los modos más insólitos. Realmente es sorprendente. Y a veces uno, ingenuo, les pregunta a solas: "Pero vos no estabas con Fulano militando?". Resulta que a Fulano le cortaron el chorro, o lo mandaron al descenso, entonces, como diría Martín Fierro, hay que buscar otro palenque donde rascarse. 

No se trata aquí de desmerecer la política, que muchos ejercen con dignidad y responsabilidad. Aceptar un cargo, trae consigo una exposición pública que antes no tenías. Ante todo, tomar conciencia de que estás en la función pública, implica darte cuenta de que cualquier decisión que tomes, afectará a mucha gente. Es verdad, también, que no se puede dejar a todos conformes. Si en nuestro Lobos las quejas y reclamos de los vecinos están a la orden del día, mejor  ni imaginar lo que sucede en La Matanza o cualquier distrito grande. Por eso es tan importante tener un Estado ágil, y que no esté anclado a la burocracia, al papelerío, a tener una persona para que ponga un sello, otra para que firme, otra para que autorice, y así hasta el infinito. Se puede brindar asistencia social sin asistencialismo. Se puede tener un Estado como presencia en los barrios sin hacer demagogia. Que algunos pobres de espíritu no quieran hacerlo, en cualquier provincia o municipio, es harina de otro costal. Punto final.

Dame aunque sea una mísera señal!

  Martes por la noche en la ciudad. La verdad es que no estaba del todo convencido acerca de escribir algo hoy. Pero si voy a esperar a deja...