Vivimos en la cultura del descarte. Los electrodomésticos están fabricados y diseñados para durar unos pocos años. El caso más evidente es el de los celulares, pero también podemos mencionar televisores, heladeras, o aparatos de DVD. Lo que ocurre es que, en lapsos cada vez más breves, los fabricantes le agregan una "boludez nueva" a sus productos en ánimo de incentivar al recambio. Como decía Eduardo Galeano en su libro "Uselo y tírelo", es un signo de los tiempos que estamos viviendo. Por ejemplo, un celular en sus inicios servía para llamar y mandar mensajes de texto. Luego comenzaron a sumarse otras prestaciones, la posibilidad de acceder a Internet, y nos dejamos llevar por la marea. Y yo me incluyo, he sido uno de esos que sucumbió ante Facebook, Twitter, y tantas otras cosas que en rigor de verdad aportan muy poco, pues nada sustituye en contacto personal, sentarse a tomar unos mates, o bien permanecer en silencio. Porque el silencio no es tiempo perdido.
Y dentro de esa cultura nefasta, también se "descartan personas": se las manipula para determinados fines, te soban el lomo, y cuando no te necesitan te pegan una patada en el culo. Pasa en las empresas, como así también en quienes tienen empleados en negro y que no tienen problema en tenerte unos meses trabajando y luego echarte sin ningún motivo. Siempre hay gente que pretender "usarte". Por lo general, te das cuenta demasiado tarde de que dejaste todo a cambio de una promesa de progreso, de una ilusión. Lo único positivo es que, con el tiempo, vas a poder detectar quién busca sacar provecho de vos y cómo reaccionar ante esa situación. Porque también hay gente que se deja usar, suponiendo que a la larga le traerá algún beneficio o que por un tiempo va a estar en un determinado lugar de relevancia.
Generalmente, yo hago caso a un libro excelente de Wayne Dyer, cuyo título habla por sí mismo: "Evite ser utilizado". La personas no somos mercancía, la esclavitud y el sometimiento están erradicados en casi todo el mundo. Ahora le llaman "Recursos Humanos" al personal de una empresa. En rigor de verdad, es más de lo mismo, porque sin alguien idóneo para un puesto, cualquier emprendimiento naufraga. Punto final.
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