Quizás lo bueno de haber tenido un día agotador, es que te garantiza un buen descanso. Este martes, prácticamente no paré ni un minuto, recién a eso de las 7 de la tarde di por concluida la jornada laboral. Pero además del trabajo, los quehaceres domésticos ocupan un tiempo considerable. Me levanté temprano, desayuné liviano, me dispuse a cortar el pasto del patio de mi casa ante la posibilidad de que llueva y que el césped crezca aún más. Salí a la calle, hice unas cobranzas, pauté algunas entrevistas, aproveché un hueco que me quedó de la mañana para ir a la peluquería, porque ya no soportaba esa maraña indomable que tenía en mi cabeza y que era imposible de poder peinar y presentar un aspecto prolijo. Como hoy se celebró la festividad de San Cayetano, temprano por la tarde fui caminando hacia la capilla homónima para cubrir el día del Santo del Pan y el Trabajo. Al regreso, tuve que ir al consultorio médico a hacer unas recetas (como suele suceder, debí esperar bastante), luego rápidamente a la farmacia para comprar la medicación, esperar a que me hicieran la factura fiscal como corresponde, ya entrada la tarde comer algo porque el hambre empezaba a arreciar, tomar un café con leche con un poco de pan que había quedado del día anterior porque había olvidado ir a la panadería. Una pausa de unos minutos para fumar un cigarrillo (un mal hábito que trato de erradicar) y "bajar un cambio", para retomar la actividad. Desgrabar notas, editar fotos, seleccionar todo el material periodístico que había conseguido durante la mañana. Ir a la obra social a solicitar el reintegro por los remedios que había adquirido anteriormente. Como la mutual deja mucho que desear, tendré que esperar alrededor de dos semanas para recuperar parte del dinero.
Para finalizar, me dediqué que poner orden en la mesa de trabajo, donde tengo la notebook, los pendrives, todos los cables, las tarjetas de memoria de la cámara. En fin, despejar un poco esa zona que con el transcurso de los días se había vuelto un caos. Los cables USB, que suelo usar para descargar las fotos, y todos los insumos, los guardé lo más prolijamente que pude en una caja. Una ducha para sacarme la mufa de encima y que mi cuerpo esté más relajado, sin tanta tensión. Otra taza de café, en rigor de verdad un pequeño pocillo porque ya era tarde y el exceso de cafeína no me deja conciliar el sueño. Y así la rueda sigue girando. Hay días en que las actividades y las obligaciones laborales son escasas, y otros de mayor intensidad. Pues bien, éste fue uno de ellos. Pero esa vorágine que te exige ir de acá para allá, no está tan mal. Mantenerme ocupado en mi faz profesional y en mi calidad de habitante de un hogar me insumió un desgaste considerable, porque por momentos sentí que no daba abasto con todo y había cosas que no podía postergar, trato de hacerme cargo de mantener en condiciones el lugar donde vivo, de hace una limpieza periódica, y de algún modo es gratificante porque te sentís útil aportando lo que puedas hacer a la vida diaria de una casa de familia. Como mencioné antes, quizás mañana la jornada no sea tan intensa, nunca se sabe. Mi objetivo es ocupar mi tiempo en aquellas tareas que me mantengan activo laboralmente, sin descuidar todo lo inherente a un lugar en el cual uno está viviendo y como tal debe contribuir para evitar que te tape la mugre. Punto final.
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