19 de agosto de 2018

Un domingo para disfrutar


Domingo fresco pero soleado en Lobos, después de la lluvia de ayer. Hola amigos, quizás en mis últimas notas tracé un panorama demasiado pesimista de lo que nos toca vivir, pero no puedo permanecer ajeno. Sin embargo, creo que el rol del periodismo, entre otras cosas, es el de ser crítico pero ecuánime, es decir, equilibrado. De lo contrario, me traicionaría en mis convicciones y terminaría escribiendo un pasquín oficialista. Lo que está bien hecho en materia de políticas públicas o gestión de gobierno, debe ser valorado, pero no le corresponde un mérito a ello (sean del partido que fueren),  puesto que así es como debe ser y para eso son elegidos. Las acciones solidarias o sin fines de lucro, como la Fiesta del Día del Niño que estamos viviendo hoy en la Plaza 1810, sí merecen todo mi reconocimiento, porque hay mucha gente colaborando sin cobrar un peso y dedicando parte de su tiempo para que los chicos tengan un día distinto.

 La corrupción, el nepotismo, la malversación de fondos, no sólo merecen ser repudiados por la sociedad, sino por quienes tenemos una responsabilidad como informar. Denunciar cualquier cosa no es “periodismo de investigación”, porque dicha denuncia debe estar sustentada y fundamentada con pruebas y documentación que deben ser presentadas a la Justicia antes de la difusión por los medios. Los periodistas no tenemos el poder de encarcelar ni condenar a nadie. Y por lo que puedo ver en medios que se dicen “serios”, se condena al imputado por televisión, no se respeta el principio de presunción de inocencia, dado que toda persona es considerada inocente hasta que la Justicia le aplique una condena por un delito. No es del todo cierto que somos “formadores de opinión”, porque la gente opina lo que se le da la gana y no necesita que nadie le marque agenda. Lo hace según sus principios o su escala de valores. La prensa va adaptándose a una nueva realidad en la cual la gente lee cada vez menos, los diarios en papel están en crisis, y toda esta histeria  de Facebook y Twitter le puede hacer pasar un mal momento a cualquiera.

Ya hubo una transición importante, de la máquina de escribir a la computadora, pero debo decir que a mí me ayudó aprender mecanografía en el colegio porque puedo escribir sin mirar el teclado. Eran clases un poco aburridas, donde el profesor iba dictando y uno escribiendo con la máquina, y por supuesto las letras de las teclas debían estar tapadas con cinta o algún elemento adhesivo, de lo contrario no tendría sentido escribir mirando la composición del teclado. Uf, y después, escribir por duplicado, con el papel carbónico, otra antigüedad que aprendí. Todavía conservo la vieja máquina Olivetti en algún lado, ya para esa época (1996), eran modelos livianos y portátiles, que venían en un bolso similar a una mochila. Muchos conocimientos que fui incorporando y que en aquel momento me parecían inútiles, a posteriori me terminaron sirviendo para algo. Claro está que dependía mucho del profesor y de su capacidad para enseñar. Eramos pendejos, jodíamos en clase como lo hace cualquier adolescente, pero no al nivel de lo que se puede ver en un aula hoy. Es duro poner orden y disciplina en el salón cuando los chicos ven que fuera de la escuela “vale todo”, entonces no entienden que hay un ámbito en el cual ciertas cosas no están permitidas, desde el uso del celular, hasta cualquier cosa que se les ocurra pensar. Por eso, como me dijeron con gran sentido común alguna vez, “la escuela es un espejo de la sociedad”. Punto final.





A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...