Vamos cerrando una semana que en la jornada diaria se presentó tranquila, con todos sus vaivenes como suele suceder. Hubo que redoblar los esfuerzos para conseguir material periodístico, y en parte es bueno que eso suceda, no me gusta que me den todo "masticado", encuentro mayor satisfacción haciendo entrevistas e indagando en aquellas cuestiones de el lector promedio necesita saber.
Obviamente, lo que más vende (o lo que más se lee) es aquello que genera debate o polémica, pero la gente a menudo se exacerba demasiado o incurre en el viejo error de "matar al mensajero". Nosotros, los periodistas, transmitimos la información que nos llega de organismos oficiales o de fuentes confiables, pero eso no significa que estamos adhiriendo a lo que se publica o expresando una opinión. Es el lector quien tiene el criterio suficiente para formarse un juicio de valor. Y como suelo decir, es fácil hacer la guerra detrás de un monitor en estos tiempos de supremacía de las redes sociales. Parecer ser que es gratis (e impune) cuestionar e insultar a una persona que es un profesional de los medios y que ellos ni siquiera conocen. También es frecuente que lean sólo el título o el encabezado y enseguida salgan a vociferar su indignación y rasgarse las vestiduras. Cuando miro hacia atrás, me parece mentira que ya hayan transcurrido 15 años desde que comencé en esto, y como a cualquiera que tiene un trabajo durante un determinado lapso, he visto de todo, he sido testigo involuntario de muchas situaciones desagradables, he tenido momentos de gratificación también. Y no hay que dejarse llevar por la vanidad, por la tentación de escribir para el lucimiento personal. Yo lo hago porque es mi trabajo. Como canta Serrat, "nunca perseguí la gloria". Lo que yo hago tiene el mismo valor que el almacenero, el albañil, el plomero, o cualquier otro. Porque ellos también tuvieron que aprender a hacer lo que hacer para ganarse el mango.
De más está decir que todavía me queda mucho por aprender: detalles por pulir, o lograr mayor empatía con el público, por ejemplo. Cuando tomás la decisión de dedicarte a un oficio o profesión, tenés que ser consciente de que hay otros que ya hacen lo mismo y otros que lo harán en un futuro. Y la sana competencia entre los medios es bienvenida, porque te exige más, te pone en una situación en la cual buscás diferenciarte del resto porque es la única manera honesta de destacarse. Además, seria frustrante que todos los medios reprodujeran el mismo material, y que no haya diversidad en la información, o en el abordaje de una noticia.
Pensar en que no somos "el ombligo del mundo", nos ayuda a comprender que nuestra labor, si bien requiere responsabilidad, es modesta. Al periodismo se lo suele llamar "el cuarto poder", pero quien escribe puede hacerlo con la intención de denunciar un supuesto hecho de corrupción, o bien puede tratarse de cubrir una mera crónica deportiva. El poder político siempre pretende usar a los medios de prensa según su conveniencia, y siempre procuro poner un freno a esto. No quiero ser un títere y que me manipulen para que yo escriba lo que los demás quieren. Ni tampoco que busquen hacer publicidad encubierta de espectáculos o eventos que son pagos, mientras ellos se llenan los bolsillos. Punto final.
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