22 de junio de 2019

Algo personal para quien lo quiera oír


A veces siento que en este blog, aunque lo haya hecho de manera inconsciente, fui contando la historia de mi vida desde 2005 a esta parte. Desde hace un par de meses tomé la decisión de "bajar un cambio" y  tomarme las cosas con más calma, lo cual no es fácil porque a menudo me dejo ganar por la ansiedad y la estrechez económica que me afecta al igual que al resto, lo cual no deja de preocuparme. Las oportunidades llegan cuando uno menos se lo espera, pero también es cierto que hay que tener la intuición necesaria para no dejarlas pasar. En Lobos hay mucha gente talentosa que merecería un mayor reconocimiento, y por otro lado hay otros que se creen grandes artistas y son una pantomima, víctimas de su propio ego. La vanidad se nota muchísimo en un pueblo chico, y trae consigo el inevitable chusmerío, esa letanía de meterse en la vida ajena y de juzgar a los demás sin mirarse el ombligo antes. Hagas lo que hagas, igual te van a criticar, por esto o por aquello. No se puede dejar conforme a todo el mundo, ni lograr caerle en gracia al resto de los habitantes de "la aldea". Pese a todo, no reniego del lugar donde vivo porque aquí coseché mis mayores afectos y eso te genera un sentimiento de pertenencia difícil de explicar. 

En rigor de verdad, lo que digan de mí poco me importa, siempre que no se metan con mi familia ni con mis acciones privadas. Mi laburo tiene bastante exposición pública, pero trato de no pensar en eso al momento de levantarme cada mañana, sino en hacer lo que me corresponde e ir pensando proyectos e ideas nuevas para no tener la sensación de estar siempre parado en el mismo lugar.

No es saludable tampoco intentar la aprobación de la sociedad, porque en tal caso estaríamos cayendo en la hipocresía y la falsedad de palmearle la espalda a todo el mundo y sonreír, esa sonrisa calcada de una publicidad de pasta dental que cualquiera puede reconocer que no es sincera. En eso estaba pensando, mientras me preparo para afrontar con todo el inminente julio. Hay cosas de esta ciudad que me gustaría preservar, como la tranquilidad y los amigos de la infancia, pero quienes hemos vivido en grandes zonas urbanas alguna vez sabemos que hay que tratar de rescatar los pro y los contra de ambas variables para encontrarle sentido a la ciudad donde vivimos e interactuar con los demás de un modo inteligente. Si continúo escribiendo en este espacio desde hace 14 años, es porque lo considero una manera de fijar posición ante determinados temas, de distenderme saliendo por un momento de aquello que concita mayor atención mediática. Y pienso seguir estando aquí, detrás de la trinchera, hasta que yo mismo decida entrar en un impasse. Punto final.

Fin de semana lleno de preguntas

Llegó el finde. Son las ocho y cuarto AM, me levanto de un tirón pese a que no tengo ganas, y es por la sencilla razón de que no creo que co...