3 de octubre de 2019

Viajando a la velocidad de la luz

Jueves por la noche en la ciudad, con un clima destemplado. Lluvia, viento, frío y un escenario inusual para esta primavera que hace pocos días nos había obsequiado días ideales para disfrutar al aire libre. La verdad es que esta semana se me hizo más larga que lo habitual, en parte porque tuve que comenzar a hacer algunas cobranzas que me insumieron tiempo. No siempre el cliente paga enseguida, a veces hay que insistir, siempre con cortesía y procurando que no lo tome como una carga al bolsillo.

Siempre consideré que para ser "recompensado" económicamente por los anunciantes, es fundamental brindar un buen producto. Yo "vendo" información a través de un medio. Hay que jerarquizar la profesión, porque es la única manera de que sea puesta en valor. El periodismo no es para cualquiera, del mismo modo que si yo quisiera ser albañil o plomero. Este laburo me ha dado muchas satisfacciones que exceden lo monetario, como poder entrevistar a cientos de personas que no solo son de Lobos, y que me inspiraron con sus historias de vida. No me dedico a vender publicidad, no soy bueno para eso, por lo tanto estoy pensando en delegar tal tarea en un promotor y brindarle un porcentaje en concepto de comisión por cada aviso que me consiga. 

  La corrupción, el nepotismo, la malversación de fondos, no sólo merecen ser repudiados por la sociedad, sino por quienes tenemos una responsabilidad como informar. Denunciar cualquier cosa no es “periodismo de investigación”, porque dicha denuncia debe estar sustentada y fundamentada con pruebas y documentación que deben ser presentadas a la Justicia antes de la difusión por los medios. Los periodistas no tenemos el poder de encarcelar ni condenar a nadie. Y por lo que puedo ver en medios que se dicen “serios”, se condena al imputado por televisión, no se respeta el principio de presunción de inocencia, dado que toda persona es considerada inocente hasta que la Justicia le aplique una condena por un delito. No es del todo cierto que somos “formadores de opinión”, porque la gente opina lo que se le da la gana y no necesita que nadie le marque agenda. Lo hace según sus principios o su escala de valores. La prensa va adaptándose a una nueva realidad en la cual la gente lee cada vez menos, los diarios en papel están en crisis, y toda esta histeria  de Facebook y Twitter le puede hacer pasar un mal momento a cualquiera.

Ya hubo una transición importante, de la máquina de escribir a la computadora, o de ésta al celular, pero debo decir que a mí me ayudó aprender mecanografía en el colegio porque puedo escribir sin mirar el teclado. Eran clases un poco aburridas, donde el profesor iba dictando y uno escribiendo con la máquina, y por supuesto las letras de las teclas debían estar tapadas con cinta o algún elemento adhesivo, de lo contrario no tendría sentido escribir mirando la composición del teclado. Y lo más tedioso, después, escribir por duplicado, con el papel carbónico, otra antigüedad que aprendí. Todavía conservo la vieja máquina Olivetti en algún lado, ya para esa época (1996), eran modelos livianos y portátiles, que venían en un bolso similar a una mochila. Muchos conocimientos que fui incorporando y que en aquel momento me parecían inútiles, a posteriori me terminaron sirviendo para algo. Claro está que dependía mucho del profesor y de su capacidad para enseñar. Eramos pendejos, jodíamos en clase como lo hace cualquier adolescente, pero no al nivel de lo que se puede ver en un aula hoy. Es complicado poner orden y disciplina en el salón cuando los chicos ven que fuera de la escuela “vale todo”, entonces no entienden que hay un ámbito en el cual ciertas cosas no están permitidas, desde emplear un lenguaje apropiado para un espacio aúlico, hasta comprender que no es un ámbito de agresión verbal o física. Por eso, como me dijeron con gran sentido común alguna vez, “la escuela es un espejo de la sociedad”. Punto final.

Última nota de 2024: Para el baúl de los recuerdos

  Esta es la última nota que escribiré durante lo que resta de 2024, así que no abusaré de vuestra paciencia en la lectura.   En primer lu...