22 de octubre de 2020

Elogios inesperados

La incertidumbre genera miedo, por lo cual podemos concluir que vivimos en el país del miedo. Esta sensación se experimenta de distintos modos: miedo a no llegar a fin de mes, a perder el trabajo, a contagiarse de COVID... El temor nos paraliza y nos impide avanzar, porque sentimos que se cierne ante nosotros una amenaza invisible que nos va a joder la vida. 

En estas líneas, me gustaría hacer un "elogio de la queja", que es similar a hacer catarsis. Si nos tragáramos la bronca de todos los episodios desagradables que nos toca atravesar a diario, viviríamos mortificados y llenos de rencor. Muchas veces la queja no está dirigida a una persona concreta, sino a la clase política, a la economía, o a otros motivos más triviales. El tema es que si vos direccionás la queja hacia alguien que no es responsable de ella (por ejemplo, un amigo), puede ser agobiante para quien te está escuchando. Por lo tanto, si bien lo mejor es no guardarse nada, hay que dosificarlo. El reclamo es algo diferente: es más formal, y está dirigido hacia una empresa o una institución. En cambio, la queja suele presentarse como una mezcla de lamento, impotencia, indignación... pueden sumar ustedes otros términos si se sienten identificados. 

Pero, claro, llega un momento en que indagás acerca de lo que te pasa, por qué te sentiste estafado, ofendido, o indignado. Lamento decirles que tropezaremos varias veces con la misma piedra, pero lo que sí podemos intentar es cambiar la forma de reaccionar cuando nos vuelva a ocurrir. Y por supuesto, lo más obvio: evitar un nuevo tropezón. Todos nos hemos "bloqueado" en alguna oportunidad, sin saber cómo actuar. Y le pedís a otro que decida por vos, entonces si se lo estás pidiendo, no te podés quejar después de los resultados, porque vos elegiste delegar un problema tuyo en un tercero. 

Dejá de desperdiciar horas en las redes sociales, nadie se salva con eso. Hacé terapia si la necesitás. Andá al gimnasio o salí a correr. Escuchá música. Evitá la exposición innecesaria a los noticieros. Dejá de alarmarte por los muertos del COVID a nivel país que para la tele son sólo números. Si todavía tenés un aparato de DVD, empezá a ver películas y olvidate de Netflix. No le des bola al dólar si no tenés para comprar o vender. Si sos creyente o te atrae la espiritualidad, leé la Biblia. Caso contrario, seguramente habrá cualquier otro libro en tu casa al que nunca le prestaste mucha atención. Si encontraste lo que te hace feliz, aunque sea una boludez, repetilo porque sos un privilegiado: mucha gente se pasa la vida en esa búsqueda. Cuidate por vos mismo y por los demás, pero no te vuelvas paranoico. 

Toda esta suerte de "sugerencias" que acabo de enumerar, yo las estoy tratando de implementar. Cuando la gente me dice que le gustó mi programa de tele o alguna nota que escribí, me hace sentir bien, pero nunca me la creí. Me falta mucho por aprender, y les aseguro que el proceso de aprendizaje es más largo que cualquier pandemia posible, porque nunca termina. Dura el mismo tiempo que tu ciclo vital. Mi única aspiración es que, cuando envejezca, no deba ir a un asilo o en un geriátrico y pueda seguir viviendo en mi casa, con la ayuda de una persona que se encargue de la limpieza si fuera necesario. Pero todavía faltan algunas décadas para que ello ocurra. Si vos me estás leyendo y sos una persona mayor, estimulá tu cerebro y tu lucidez mental (no es tan fácil como parece). Es posible que sufras el abandono de tus propios hijos y familiares, a quienes vos criaste y educaste. Pero cada caso es distinto, es un tema que daría para largo  Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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