Cuando estás en una relación de pareja, sí se percibe muchas veces una sensación de que no da para más, o que se continúa con un vínculo enfermo casi por mera costumbre. Me ha pasado. Y en ese momento ya no importa quién sea el primero que plantee la separación, el divorcio, o como quieras llamarlo, porque los que integran esa sociedad de dos personas ya están hartos de sí mismos. Crónica de un final anunciado, más aún si hay un tercero en discordia. Lo peor es si te toca tener que seguir viviendo bajo el mismo techo con tu ex porque no tenés plata para alquilarte algo. Ya se terminó el amor, se enfrió el café, son dos extraños a quienes los une solamente un pasado en común. Lo mismo cabe con los amigos que dejaron de serlo, ya sea porque hubo una discusión de por medio o porque las cosas de la vida hicieron que la falta de comunicación haya dejado el vínculo en vía muerta.
El problema es que, una vez que sos vos el que rompés esa ligazón, retomarla no es nada sencillo, si es que te interesa hacerlo. Por eso es mejor no mirar atrás. Muchas personas han pasado por nuestras vidas, la mayoría de forma intrascendente, porque los afectos verdaderos son siempre muy pocos. "Los amigos del Campeón", como suele decirse, están en todas con vos mientras te vaya bien. Después desaparecen. Casi todos nos hemos dado cuenta de eso. Como no soy famoso, ni influyente, ni nunca tuve demasiado dinero, no me pasó con frecuencia. Pero si recapitulás, lo vas a notar. Y reitero lo que mencioné al comienzo, no nos pasemos todo el tiempo recapitulando, porque aquel que ya no está más en tu vida, por algo es. El que se dio por ofendido porque lo confrontaste y le dijiste la verdad, es un ejemplo claro. En lo que a mí respecta, el que se fue de mi círculo íntimo por su propia mezquindad, ya no tendrá lugar en el futuro porque yo no se lo voy a conceder. Y una de las frases que más me orienta, es la siguiente: "No pierdas tiempo intentando recordar cosas que nunca te importaron de verdad". Punto final.Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
25 de marzo de 2021
Aprendé a darte cuenta de que los vínculos no son para siempre
Me desperté temprano este jueves, con el rumor de la lluvia de fondo. No me generó sorpresa que ello ocurriera, ya que desde las últimas horas de ayer habían comenzado a caer algunas gotas y todo indicaba que este pronóstico iba a seguir igual. Justo cuando habíamos logrado vaciar casi por completo la "Pelopincho", se desató el chaparrón, por lo tanto el agua que habrá que extraer ahora será la de la lluvia de estos dos últimos días, antes de levantar campamento y guardar todo hasta el próximo verano. Si armar la pileta es una tarea tediosa, más lo es el hecho de proceder a desmantelarla, y que no se pierda ningún tornillo de los que sujetan los caños, o esa especie de ganchos plásticos que también cumplen la función de mantener la estructura.
Ahora sí, comparto algunas reflexiones que me surgieron durante este tiempo. Nunca tuve
un presentimiento o una “señal” de que algo me fuera a suceder. Por el
contrario, las cosas que me pasaron (sobre todo las malas), me tomaron por
sorpresa. Cuando llega algo bueno que uno no se lo espera, obviamente que
reacciona de otra forma. Sí me ha ocurrido que, en las relaciones humanas, más
de una vez intuí que iba a haber un quiebre. Que "algo" me marcaría a futuro y en consecuencia no volvería a ser lo mismo.
También, cuando un familiar o un amigo atraviesa la última etapa de una enfermedad grave, uno
intenta prepararse mentalmente para el final, aunque cuando esa muerte se
produce nos lleva muchísimo procesarlo y hacer el famoso “duelo”. Pienso que es
mejor desconfiar de intuiciones y presentimientos, porque te predisponen hacia
una actitud que puede distar de lo que realmente pasará. No creo en videntes,
curanderos y parapsicólogos.
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