7 de marzo de 2021

Descartá todo lo que no te interesa

Domingo por la noche en la ciudad. Ayer me puse a ordenar mi habitación, porque notaba que cada vez tenía menos espacio, si bien la pieza es chica de por sí. Revisando los cajones y el placard, encontré un montón de libros que en alguna oportunidad había comprado y que en la mayoría de los casos estaban a medio leer, viejas recetas médicas, blísters de remedios, monedas de 25 centavos, tarjetas personales que me han dado algunos funcionarios de segunda línea cuando visitaban Lobos, fotocopias de los exámenes que tomaba a los alumnos cuando ejercía la docencia, CD's que creía perdidos, medias sueltas que tenían el típico faltante para conformar un par, remeras que no me entraban a causa del sobrepeso que fui acumulando. Puse cada cosa en su lugar y lo que no me era de utilidad fue, como corresponde, a la basura. No tiene sentido guardar cosas pensando en que a futuro tendrán algún valor, excepto que se trate de una obra de arte o algo así, que no es mi caso. Saqué dos bolsas de residuos, que podrían haber sido más, pero que en esta primera fase de desapego consideré suficientes. Adoptar un modo de vida minimalista es difícil y no está en mis planes por ahora, pero sí conservar sólo aquello que me sirve o que tiene un valor afectivo. 

Yendo a otro tema, me parece alentador que vaya a salir una revista cultural en Lobos, después de mucho tiempo en que nadie se animaba a invertir en ese tipo de publicaciones. Nadie tiene el éxito garantizado, y siempre cuesta empezar un proyecto nuevo, pero le pongo unas fichas porque es una manera de salir de la chatura que percibo muchas veces, y que obviamente se notó más el año pasado, en el pico de la pandemia. Quienes colaboren en la revista podrán ejercer su libertad de crear literatura, o relatar anécdotas curiosas de la vida pueblerina. Aunque no lo parezca, también jerarquiza a este emprendimiento que se le ponga un precio. Pagar por leer un diario, un libro o lo que fuere, hace que la exigencia del lector sea de un producto de calidad. No un folletín cualquiera que se reparte gratis en lugares supuestamente "under". Hago la salvedad de que hubo revistas de distribución gratuita que tenían buen material, pero muchas limitaciones que son propias de los costos que se manejan. 

Es más, que haya una editorial en nuestra ciudad (me refiero a Luna de Marzo), es también auspicioso dado que permite que todos puedan publicar. Cuando digo "todos", me refiero a los que consigan los fondos necesarios, por supuesto, pero hay alternativas muy interesantes para que no resulte tan oneroso. Me preguntan con frecuencia cuándo voy a publicar un libro, y lo que puedo decirles es que quiero estar satisfecho con los textos que vayan a ser impresos. Si a mí no me convence, menos aún puedo esperar que el lector se sienta motivado a pagar por un ejemplar. Ese momento llegará, no diré nada por ahora, pero de seguro llegará. Porque también es cierto que si uno se pone a corregir todo lo que escribió de forma obsesiva, no termina nunca. Mientras tenga tiempo para seguir escribiendo por el placer que me genera, lo seguiré haciendo. Probablemente en unos años no tenga ni las ganas ni el tiempo, así que es mejor aprovechar mientras se pueda. Punto final. 



 

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