4 de octubre de 2022

Bolsillos

Cuando el ex Ministro Martín Guzmán se fue, ese portazo significó el preludio de un estallido inflacionario fenomenal. Pero aunque hoy siguiera sentado en su despacho, se veía venir que eso iba a pasar. Lo único que hizo fue precipitar los hechos. Esos días de locura de principios de julio no serán los mejores recordados del año. Pulverizó los salarios de la clase media y media/baja, que ya de por sí no eran muy altos, pero lo peor de todo es que el poder adquisitivo se redujo de un modo increíble de dimensionar. O no tanto: basta con calcular cuántos paquetes de harina o cuántos kilos de azúcar vos podías comprar con 1.000 pesos en junio de 2022, y trazar una comparación con agosto, cuando el "reacomodamiento" de los precios ya era un hecho y generó un descalabro social del cual no logramos salir a flote, y dudo que eso ocurra en lo que resta de la gestión kirchnerista. Por si todo esto fuera poco, ahora parece ser que el Gobierno dará marcha atrás en los aumentos de tarifas de luz y gas, de manera que los millones de personas que completaron pacientemente el formulario de rigor para que no les quitaran el subsidio, si es que esta noticia se confirma, lo hicieron al reverendo pedo. Todo sigue igual que antes, no importa que haya sido una de las condiciones que puso el FMI para avanzar hacia un entendimiento. Todos sabemos que esos condicionamientos no son gratos para nadie, pero de algún modo apuntaban a cerrar el grifo del despilfarro para aquellos que sí estaban en una buena posición y pagaban facturas por valores irrisorios. Nada de eso cambiará. 

Pero bien vale la pena recapitular: Hasta el momento de la renuncia de Guzmán, el dólar blue cotizaba $ 240, y actualmente oscila entre $ 284 y 288. El "superministro" Massa tuvo que hacer lo mismo que le cuestionaban a su predecesor y que forzó su salida: Negociar con el FMI. No había otra alternativa para evitar un nuevo default. Y como he mencionado en otros posteos, Massa empezó un ajuste silencioso, camuflado, y nunca utilizarán esa palabra públicamente porque para el ideario K es casi un sacrilegio, implica reconocer la derrota de creernos que podemos llevarnos al mundo por delante, incluidos los acreedores. La diferencia con un prestamista de barrio es que, en lugar de molerte a palos si no les pagás, te embargan los bienes el Exterior.

Todo lo que estoy exponiendo se vuelve evidente para cualquiera que se limite a observar las medidas que se fueron implementando. Lo que hizo Guzmán, fue limpiar el terreno para que el que viniera pudiera hacer el trabajo sucio y sembrar tranquilo. Bueno, convengamos que lo de "tranquilo" es mucho decir. Seguramente habrá nuevos cepos al dólar e infinitas limitaciones para la compra de divisas, y justamente ayer estaba leyendo una nota que resaltaba uno de los pocos aciertos del tigense: logró reducir la masa monetaria. Es decir, hay menos pesos en la calle, lo cual trae como lógica consecuencia una recesión porque desalienta el consumo. En la jerga, esto se conoce como "secar la plaza de pesos". 

Massa intuyó enseguida que esos billetes devaluados que circulaban por doquier se volcaban casi automáticamente a la compra de dólares en las cuevas, porque la depreciación de la moneda hacía que, los que tenían algo de resto como para ir haciendo la jugada, buscaran asegurarse un respaldo en los "verdes". El máximo objetivo al que apuesta Massa es mantener la economía en una parálisis controlada, probablemente implementando algunas políticas sociales para atenuar el impacto, pero no hay nada nuevo bajo el sol. Ni sueñen con un crecimiento del PBI, por ejemplo. Pueden darse por conformes si llegan a 2023 sin ningún nuevo estallido, que ya no sería estrictamente económico, sino que atravesaría todos los niveles, aunque la gobernabilidad no estaría en riesgo. El Ministro Todopoderoso sabe, desde luego, que es muy difícil satisfacer las demandas del empresariado y al mismo tiempo resistir la presión del discurso demagógico y populista que todos los días tuitea CFK. Hasta ahora, la viene gambeteando como puede, pero en algún momento la confrontación será inevitable. Por otra parte, es consciente de que las reservas del BCRA están en rojo, y que la única manera rápida de recuperar algo para las arcas del Estado es que el propio Banco Central compre dólares, que se esfuman tan pronto como llegan los vencimientos de la deuda. La vieja receta de subir las tasas de interés ya no seduce a ningún inversor: Nadie, hoy por hoy, se sentiría tentado a hacer un plazo fijo en pesos, porque cuando retire el dinero no podrá ganarle a la inflación. Las tasas de interés carecen de interés para la gente.

Hay muchos cabos sueltos que van a terminar por implosionar no demasiado tarde, y la estrategia del Gobierno quizás sea dilatar lo inevitable para llegar en condiciones dignas al año próximo. Al que venga después le va a tocar desactivar la bomba, y hago la salvedad de que no me refiero a la "pesada herencia recibida" ni nada semejante, sino a hechos concretos, palpable, que no pueden sostenerse indefinidamente. No es necesario tener un Master en Economía para advertirlo, porque acá lo que manda es la economía doméstica del asalariado o monotributista y continuar parando la olla todos los días. 

Hace algunos años (no tantos) escribí en este blog una nota que titulé "La crisis que nos enferma". Claramente sigo pensando que es así para el que no vive de la especulación y no tiene la utópica aspiración de comprar dólares. Vivir así no es "gratis", y pensar en el mañana es enfermante: En principio, por la incertidumbre y el estrés, además de otras patologías propias del estado emocional de cada uno que no estoy en condiciones de determinar porque no soy médico. Fui crítico con el macrismo, y lo sigo siendo con este Gobierno que pertenece a otro partido. El día que logremos algo, aunque sea una mínima señal de bienestar que se prolongue por un tiempo razonable, redundará también en beneficio de los gobernantes de turno, porque los ciudadanos volverán a ratificar ese rumbo, meramente acertado, con su voto. Pero cuando se acaba la paciencia del pueblo, los mismos que te subieron a un pedestal y que no representan el voto cautivo, te van a bajar de un hondazo. Deberían saberlo, dado que hay tantos analistas y politólogos dando vueltas y haciendo encuestas totalmente manipuladas para quien las paga. De lo contrario, hacen más que convertirse en kamikazes porque sólo escuchan el relato que les gusta oír. Por eso, no desestimen aquella alegoría que acostumbraba repetir Charly García: "El Rey fue muerto por sus cortesanos".

Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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