19 de octubre de 2022

Holding back the years

 Es un día cualquiera, de septiembre u octubre. El cielo está horrible, encapotado, y además hay mucha humedad en el ambiente. Alguien pregunta: "¿Se viene el agua?". Ni merece llamarse pregunta, es un comentario casual. "Puede ser", contesto, aunque estoy convencido que no sucederá. Y así se va repitiendo la secuencia. Como si fuera un sketch cómico de Grandes Valores del Tango. Desde luego que carece de toda gracia. Estamos casi implorando por una lluvia abundante, y sé que eso no pasará. Ya casi ni miro el firmamento, continúa firme como un flan que lleva mucho tiempo en la heladera y que te lo encajan como postre en un restobar de medio pelo. Continuará de la misma manera por varios meses. Las napas se resecan. Las plantas también. Aquel que tenga una huerta hogareña debe regarla constantemente si espera conseguir una buena cosecha de lechuga, tomate, o lo que sea. Se multiplican los incendios de pastizales, muchos de ellos intencionales. Toda persona que tenga la capacidad de razonar, sabría que no es el mejor momento para quemar basura o la porquería que fuere. Lo hacen igual, y si el fuego se descontrola, se van del lugar porque no quieren quedar pegados por su audacia que es hija de la imprudencia. Se siente olor a podrido cuando sopla viento del Sur. Son las cloacas. Asoman cucarachas y otros insectos desagradables por las alcantarillas. Van en busca de un hábitat más húmedo que donde habían montado campamento previamente. 

Comienza a contagiarse entre la gente un malhumor cuyos motivos son diversos, pero uno de ellos no deja de ser la sequía y sus complicaciones para la vida doméstica. Nunca creí en la mala vibra pero ciertamente flota algo en el aire que no es, digámoslo, de sesgo optimista. Puede que nunca lo haya habido, y que la economía, el dólar, y los qué se yo tenga a muchos en un estado de bronca contenida. Mientras tanto la vida sigue. Nadie habla del próximo Mundial y a nadie le importa. Yo me incluyo dentro de los nadies. Seguramente veré algún que otro partido, pero no madrugaré exclusivamente para eso. Total, la síntesis de ese partido será repetida infinitamente por la televisión o por los medios digitales. A quién se le ocurre organizar un Mundial para noviembre, casi con la sidra y el pan dulce. Déjense de joder, y métanse las figuritas donde mejor les quepa. A medida que voy escribiendo estas líneas, percibo que efectivamente me he contagiado el malhumor. Es como una peste, se me pegó con el hedor de un perfume barato. Mejor no hablar de esto ni de lo otro, mejor hacerse el gil (ver nota anterior). Como cantaba Luca Prodan, "Mejor no hablar de ciertas cosas". Eso me hace acordar de un libro con el cual estudiábamos inglés, y que te decía (o sugería) como iniciar una conversación con un inglés o un americano. Para ello tenías que hablar del clima o algo así. "English people are always interested in the weather", no sé por qué pero esa frase estúpida no me la olvido más, y me remite de inmediato a la enseñanza acerca de la pregunta de rigor: "What´s the weather like?". Estimo que si vas a Londres, Nueva York, o el lugar del mundo angloparlante que se te ocurra y preguntás eso a un desconocido, lo más probable es que te ignoren por completo. 

Buscás distensión. Leés un libro y al toque comprendés si vale la pena seguir. Es lo mismo que pasa cuando estás conociendo a otra persona con la idea de formar una relación. Hay que sortear varios pasos previos, que quizá yo he olvidado porque no me llevo bien con las plataformas de citas. Que el chat, que el WhatsApp, bueno tomamos un café, a qué bar querés ir, dale quedamos a esa hora, che mirá que bueno, tenés hijos, ah entonces te llevás mal con el padre de tus hijos, a qué te dedicás porque vi en tu perfil que laburabas de equis cosa pero no, eso lo había puesto en FB pero ya no lo hago más, me olvidé de actualizar, qué lastima che pero no importa, por lo menos conseguiste otro trabajo, y sí es lo que hay, y vos qué onda, no me gusta que me interroguen pero respondo lo mismo que yo estoy preguntando, terminamos el café y miro un reloj y veo que permanecimos en el mismo lugar 50 minutos o casi una hora, bueno entonces nos estamos hablando, seguimos en contacto, dice que sí, te mando un mensaje si no estás ocupada, sí no hay problema, vemos como sigue, por supuesto, siento que pasé la entrevista aunque estoy acostumbrado a entrevistar, llego a mi casa y ya no me importa el derrotero del futuro mensaje porque puede que llegue o que no, si tuviera una paloma como era antes de la creación del correo postal le mandaría una, aunque en el trayecto el ave suelte una cagada que caerá en la cabeza de alguien que lo verá como señal de buena suerte lo cual no deja de ser un paliativo al estropicio que implica, del mismo modo que pisar caca de perro en la calle, que es habitual en las veredas por la desidia de sus dueños si es que los tienen, y no sé si va a llover, y viste lo que anuncia el pronóstico para mañana, porque lo dijo Fulano por televisión, francamente me da lo mismo, entonces alguien se acuerda de la última de Francella que es malísima y se llama granizo, esa la lanzaron por streaming agrego, menos mal que la vi gratis porque ni en pedo hubiera pagado entrada por eso, dice uno y coincido, entonces no podemos evitar reírnos y recrear escenas de ese filme que nunca debería haber existido, al igual que muchas cosas en la vida. 

No va a llover. Punto final. 



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