2 de octubre de 2022

Octubre de 2022, pensando en lo que vendrá

 A veces es mejor dejar que las cosas pasen. Que los hechos vayan ocurriendo y decanten por sí solos. Intervenir (es decir, actuar) sólo cuando realmente lo  consideremos necesario. Ser apresurado trae consecuencias tan negativas como reaccionar tardíamente. ¿Cuál es, entonces, el momento apropiado para hacerlo? No es nada fácil de determinar. Pero lo que no sirve, porque nos desgasta, es "maquinarnos" o imaginar lo que va a pasar antes de que los hechos ocurran realmente. Cuando la decisión depende de vos, sos quien tenés las cartas en la mano. Pero cuando está condicionada a lo que decidan otras personas, ahí lo único que podés hacer es defender lo tuyo y nada más. Digo "nada más" como si fuera poca cosa, pero significa bastante, si entendemos que no alcanza con pedir consejos, aún cuando se trate de gente de confianza. No sirve, porque cada uno actuaría de una forma diferente, inclusive tus adversarios. Somos prisioneros de pensamientos que están ligados a lo que "podría ser" o a lo que "debería ser", vamos teorizando en función a eso. Y no no damos cuenta de que esos mismos preconceptos pueden ser útiles en alguna ocasión, pero nos limitan. 

Estamos a dos meses de concluir este año. Todavía estamos a tiempo de ser menos rígidos y estructurados con nosotros mismos. Yo trato de implementar todo lo que vengo diciendo, de lo contrario sería un hipócrita. Claro que no siempre me sale bien. Todos tenemos impulsos que nos cuesta reprimir. Hay que domesticar al tigre que tenemos adentro, para que reaccione sólo cuando nosotros queremos, y no que salga desbocado por cualquier lado. Por eso siempre pensé que cada persona tiene algo más que corazón y el resto de los órganos, tenemos voluntad de decidir y de actuar. Y por sobre todo, de razonar. Si nos sentimos maltratados, reaccionamos porque es algo que nos toma por sorpresa, no lo esperamos. No es así como funciona la sociedad. En esos momentos no hay que arrugar ni tampoco discutir sabiendo que a los efectos prácticos, no cambiará nada. Como se decía antes, "no hay que hacerse mala sangre", ni tampoco se puede vivir siempre con rencor. Qué se yo, hay gente que me ha ofendido muchísimo (como les habrá sucedido a cualquiera ustedes, creo suponer), pero yo intento olvidar eso por mi propio bienestar, no por perdón o lo que sea. El tiempo pasó, esas ofensas siguen estando ahí, pero yo no puedo retroceder 10 o 20 años. Además, quizás esa persona ya no sea la misma, me refiero a que ni siquiera recuerde lo que dijo o hizo. O no le importe recordarlo. 

Los grandes líderes mundiales, tienen una virtud: No negocian o no deciden bajo presión. Si hay un miembro del Gabinete acusado de corrupción, lo sostendrán en el cargo aunque se acumulen pilas de tapas de diarios hablando de él. Cuando el escándalo se disipe un poco, ahí sí puede que lo rajen, o lo pasen a un puesto de menos exposición. Para ellos, hacer lo que la prensa o el común de la sociedad está demandando, representa una claudicación. Lo harán, pero más tarde. Y esa virtud es la templanza. Muy pocos la tienen, o pueden demostrarla. A decir verdad, no hace falta ser un "líder mundial", todo aquel que ocupe un puesto jerárquico va a tener que ejercitarla, porque si no lo logra vivirá tomando pastillas. Este ejemplo no justifica la corrupción ni mucho menos, pero sí se trata de una forma inteligente de actuar. Reitero, es frecuente ver esto entre quienes han estado en una posición de poder, que obviamente no es mi caso, pero sí lo rescato como una forma de dejar que los demás hablen todo lo que quieran y que vos decidas cuando mejor te convenga, pase lo que pase. Dadq ue ellos tienen el poder, les basta con levantar un dedo y ya es suficiente para echar a cualquier funcionario. La diferencia que conocen el "timing" para hacerlo. Si intepretamos esto como un "dejar hacer, dejar pasar", estamos equivocados. Simplemente esperar el momento oportuno. 

Vivimos en la era del escrache, no sabemos si nos están grabando o filmando, o si alguien consiguió una foto que supuestamente nos compromete. Yo no tengo nada que ocultar, pero es inaceptable que se grabe una conversación privada. Yo tampoco lo haría con un funcionario, pero esa es otra historia, porque tiene que ver con la ética periodística más que nada. Lo que vale en una entrevista es lo que está grabado cuando ambas partes saben que esa charla va a quedar registrada en algún lado. El uso de la cámara oculta es un recurso válido en hechos muy puntuales, creo que no sería aplicable en Lobos, por citar el caso que nos convoca. Además, no hay que olvidar de que el aludido podrá desdecirse, o desmentir lo que aparece filmado, con lo cual serás vos quien quede como un pelotudo. Por no mencionar que nadie más va a aceptar ser entrevistado, pensando que vas a hacer lo mismo con él. Deja mucho para pensar. Pero, para hacerla corta, lo que resta sde 2022 debe ser un tiempo para buscar tranquilidad, cada uno buscará la manera de conseguirla. Están los que se "matan" en el gimnasio, y los que leen libros compulsivamente, y si te da resultado, dale para adelante. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  





 






















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