16 de diciembre de 2022

Fórmula Uno

Viernes en la ciudad. Si hay algo que trato de evitar en la mayoría de las situaciones, es que la indecisión me paralice. Ante dos alternativas, llega un punto en el cual no queda más que inclinarse por una de ellas, aunque implique un salto al vacío. Pero siempre pensé que la indecisión está ligada a la inseguridad, a no arriesgar. Si hablamos de plata, puede que no te salga bien y termines perdiendo una determinada cantidad de dinero, motivo más que suficiente como para repasar varias veces lo que uno supone que debería hacer. Cuando entendemos que no hay margen como para estirar indefinidamente eso que uno debe hacer, es tiempo de actuar y ya está. Porque no es posible barajar los pro y contra todo el tiempo. Todo lo que desencadene ese accionar, será responsabilidad tuya y de nadie más, porque serás vos quien asumirás el costo de decidir. Y hay que bancársela, lo es un trago fácil de digerir, como tampoco lo es tomar un vaso de gaseosa y uno de ginebra. 

Pero volvamos al comienzo. Siendo que una de las opciones que elegiste sea la "peor", puede gravitar de un modo distinto. Uno se arrepiente, putea, reniega, pero nada de lo que venga será concluyente, a menos que hablemos de escenarios catastróficos, que en economía está más ligados a los corredores de bolsa, compra de divisas y otras cuestiones que seguramente, si me estás leyendo, son totalmente remotas para cualquiera de nosotros. La presión que tiene el Gerente de una empresa no es la misma que la de un empleado público cualquiera, o del propietario de un comercio de barrio. Así y todo, si hay algo que nos dejó una lección, es que dos años de debacle económica contribuyeron al cierre de fábricas y al quebranto de muchos emprendimientos. Vos podés definirte como un liberal o como quieras, pero es en esa coyuntura cuando el Estado debe hacer algo para mitigar el impacto. Por eso nunca me opuse al pago de los bonos IFE, y por otra parte, nadie se iba a volver millonario por cobrarlo. Era (o fue) un paliativo. 

Tema dos: El país da la sensación estar volando en piloto automático... pero a ras del piso. Todo este affaire de Lago Escondido se parece a la última trompada salvadora que lanza un boxeador cuando todos se lo imaginan en la lona. No me extrañaría que fuera cierto. Es una buena jugada, hay que reconocerlo.   

Además del Presidente, hay varios kirchneristas con ganas de tomar el mando de la nave, pero Alberto F. ni debe integrar la tripulación, a pesar de que públicamente se declaren solidarios y afirmen que el poder no les interesa. No se bancan lo que viene. No quieren tener que gobernar en estas condiciones, seguramente fueron formados políticamente para ser dirigentes de Suiza o  Austria porque hacen gala de haber tenido posgrados en universidades prestigiosas. Hasta hace unos años yo no recordaba a nadie mencionar la frase "costo político". Hoy, en cambio, está en boca de todos: "Fulano de Tal no quiere pagar el costo político de...", y así sucesivamente.

A los inútiles de este Gobierno (y de los anteriores), para sacárselos de encima, los premian con algún cargo que nadie conoce pero cobran igual. Sin experiencia diplomática alguna, sin el dominio básico de un idioma extranjero, van de misión diplomática a países remotos o no tanto, como es el caso de Ricardo Alfonsín, portador de apellido y nada más, en la Embajada Argentina en España. Quizá, esto último sea lo más decepcionante, al fin de cuentas, porque sé de buena fuente que Carlos Bettini (googlear), es el que más contactos tiene con el establishment europeo.

Saber ejercer el poder es un arte del cual muy pocos gobernantes en la Argentina moderna pueden jactarse, o exhibir como una virtud. Una cosa es conducir una gestión, y otra es ser autoritario. 

Muy por el contrario, no tienen un "Plan B" para una contingencia como incendios forestales, ataques terroristas, el conflicto con los mapuches en Neuquén nunca llega a resolverse... Además, casi toda la Provincia de Buenos Aires continúa sumida en una sequía inédita en los últimos años. Todo ello me hace preguntar lo siguiente: ¿Qué le pasó al fallecido Reutemann cuando era Gobernador, con las inundaciones en Santa Fe?  ¿Encima, cuando ya tenía 70 años y estaba reventado se acordó de que quería ser un dirigente de peso en la opinión pública? Bastante extraño, si hacemos memoria cuando en 2003 Duhalde le ofreció en bandeja la candidatura a Presidente antes de inclinarse por Kirchner. Y hablando de hecho más recientes, le pegan a los dirigentes santafesinos actuales por no poder controlar el narcotráfico, cuando cualquiera que haya leído algo sabe que es un delito federal. Hay varios que deberían llamarse a silencio desde hace rato, por cobardes, por incapaces, por inútiles. Quisieran huir como ratas, pero mientras tanto, buscarán dejar que el Gobierno continúe manejando en medio del temporal para llegar con algo de combustible el año que viene. No vaya a ser cosa que el auto se quede sin nafta a mitad de camino, como le sucedió a Reutemann en sus tiempos de piloto de Fórmula 1. Punto final. 






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