27 de noviembre de 2023

¿Cómo recordará el país a Alberto F.?

Lunes, comienzo de semana. No me había percatado de que estamos a fines de noviembre: Tenía la cabeza en otras cosas, y no es casualidad que los días fueran transcurriendo sin que le dierta importancia a una fecha sobre otra, excepto el 18, que fue el cumpleaños de mi viejo. 

El último mes del año que nos queda por desandar puede deparar varias sorpresas (o no tanto), cuando asuma Milei. Hice la salvedad de que no serán "sorpresas" en el sentido de que ya se sabe lo que El Peluca pretende hacer. Todavía sería poco prudente de evaluar cuáles serán las consecuencias, las reacciones de los mercados, si el dólar se disparará, y otras variables que son propias de todo proceso de ajuste: Devaluación, aumento de precios y tarifas, todo eso viene incluido en el combo. Lo curioso es que el tipo está de gira en EE.UU. y ni los propios yanquis pueden creer que haya llegado tan lejos con un discurso que -a priori- parecía incendiario pero que se fue morigerando, como ya hemos dicho aquí. La dolarización, que fue uno de los pilares de su campaña, desapareció del diccionario. Quién sabe, quizás no se implemente nunca, dado que no es tan sencillo como parece. Son planteos y conjeturas que no faltarían en cualquier charla de café, pero tengo la sensación de que carece de sentido hacer toda una rosca de esta cuestión una vez que ya se votó y que está todo cocinado. 

Y uno se pregunta, también, qué tan malo fue el gobierno de Alberto F. Para ser objetivos, podríamos afirmar que sus proyectos y su visión de un plan a cuatro años de mandato, serán reivindicados por la historia al cabo de un tiempo. Su éxito estaba atado a los deseos o directivas de CFK, creo que él lo sabía desde el primer minuto. Podría haber declinado la propuesta a ser, casi, un presidente "testimonial". No pudo manejarse con autonomía, además no es un dato menor que a poco de asumir, la pandemia nos cayó encima. Sí, durante ese período de casi dos años hubo irregularidades que todos recordamos, pero así y todo, yo no sé cómo hubiera reaccionado otro presidente en su lugar, con la responsabilidad que implica.

 Todo lo relacionado a las vacunas nos dejó un mal recuerdo, y justamente hoy, en el Canal 26, apareció una noticia sobre un "nuevo virus en China", tal como se leía en el videograph. La puta madre, yo no quiero tener que pasar por lo mismo, ni quiero ver a mis seres queridos internados. Fue lo primero que pensé. En fin, no se suele hablar de esto porque lo dimos por superado, pero siempre quedó la sospecha de que no fue azaroso lo que pasó a nivel mundial, y abundan las teorías conspirativas que sustentan esa hipótesis. Son verosímiles, pero uno se abstiene de propagarlas por respeto a las víctimas del virus, y a sus familias. Lo único que voy a decir, para expresarlo sin rodeos, es que fue una guerra biológica, según una mirada retrospectiva. China, de la manera más criminal, incubó un virus que se propagó por todo el planeta, con las secuelas que todos conocemos. Y después, apareció la vacuna como por arte de magia, un gran negocio para los laboratorios y que puso en situación desigual a los países más pobres que no tenían recursos para abastecerse de ellas. Pero hay un hecho en particular que yo he repudiado desde el vamos, y es que un grupúsculo saliera a las calles en un acto de desobediencia civil, un gesto abiertamente desafiante para los que tuvimos el buen tino de quedarnos encerrados.

Para no irme de tema, no es posible analizar objetivamente la gestión de Alberto sin antes ver qué sucedió en su mandato. Económicamente, dejó mucho que desear. Pero hubo varias iniciativas para fomentar el consumo, algunas vigentes hasta hoy, como la devolución del IVA, la modificación de Impuesto a las Ganancias, y en tiempos de parálisis económica, se otorgó el IFE en varias tandas, que fue un alivio para quienes estaban sin poder trabajar, y atravesando situaciones límite. 

Claro que aquellos que nunca atravesaron ninguna necesidad y tienen un patrimonio holgado, no sintieron el cimbronazo por más que se quejaran públicamente. Eso lo he visto acá en Lobos. Gente de mucha guita, "gente bien", que despotricaba cuando -con toda la fortuna que tienen- ni siquiera necesitan continuar trabajando. Sólo los movía la codicia. Daba asco escuchar a esos tipos, porque una cosa es el clientelismo, y otra es la sensibilidad social, de la cual ellos carecen por completo. Bien podrían integran una logia masónica, porque su forma de pensar es casi idéntica. Para no hacerlo más largo, tendría mucho material como para seguir escarbando sobre el asunto, pero por ahora lo dejamos ahí. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

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