La vida nos presenta múltiples escollos y dificultades. Algunos son más sencillos de afrontar que otros, eso es obvio. Nos quejamos demasiado de lo que nos toca, pero si uno empieza a reflexionar, comprenderá que renegar sistemáticamente de todo carece de sentido. Sin embargo, hay una necesidad "hacer catarsis", porque el hecho de acumular bronca, frustración y resentimiento se convierte en un cóctel bastante complicado de digerir. Todo lo que no entendemos nos termina haciendo ruido en la cabeza, más aún si nos afecta directamente.
La vida misma se nutre de situaciones y hechos incomprensibles, y no estoy hablando de esoterismo ni de nada "paranormal". Sí es cierto que se dan coincidencias que cualquiera habrá notado en su experiencia personal, y a medida que te hacés viejo, tu forma de analizarlas va variando. Que dos personas estén en el mismo lugar sin que haya un motivo específico, puede ser una buena anécdota, mucha gente ha conocido a su pareja de un modo puramente casual. Toda la cuestión ligada a un destino predeterminado la voy a pasar por alto, porque sería muy largo de desarrollar.
Pero lo importante, es lo otro: Aquellos hechos que no surgen de la nada, sino que son consecuencia de los anteriores. Un ataque terrorista da lugar a una respuesta bélica, es decir, a una ofensiva. La escasez de dinero te lleva a reemplazar marcas o a consumir otro tipo de alimentos más baratos. Un link de Wikipedia te lleva a leer otro artículo relacionado con aquel que estuviste viendo en primera instancia. Sacar una foto que te permitió capturar ese instante único, te estimula a seguir perfeccionándote, aunque más no sea como un hobby. Y es así con casi todo, por lo tanto no es necesario enumerar más ejemplos.
Yo no sé si los años traen sabiduría o experiencia en términos generales. Hay viejos que son bastante estúpidos e imbéciles, que están llenos de prejuicios, que culpan de todo a "la juventud", y que pecan de soberbios sólo porque han vivido un tiempo considerable. Podés tener 90 años y no saber nada de la vida, del mundo real. Hay pibes que la tienen mucho más clara, porque tuvieron que empezar a laburar desde muy chicos para contribuir a la economía familiar. Y pese a su corta edad, tienen una visión mucho más pragmática que la de un anciano. Bueno, también entra a jugar el contexto, cómo te educaron, o qué te inculcaron. No podemos soslayar eso, porque es parte del "combo".
Qué facil (y con qué rapidez), se olvidan algunos de lo que uno ha hecho por los demás. Eso se llama ingratitud. No es que uno espere reconocimiento, o que le den un diploma al mérito. La cosa es distinta. En mi caso, nunca me olvidaré de la gente que me ayudó cuando recién empezaba en el laburo, quienes me acompañaron en momentos de zozobra, quienes me dieron una oportunidad, o los que simplemente me hicieron pasar un buen momento cuando mi estado de ánimo no era el mejor. Pero al parecer, no todos actúan del mismo modo.
Esto no constituye una crítica para nadie en particular, y el que se sienta aludido, ya no es mi problema. No obstante, creo que a todos nos ha sucedido alguna vez. Cuando vos sonreís, el mundo sonríe con vos, ya que vas con viento a favor. Cuando estás con pilas, todo parece de maravillas. Ahora bien, cuando tenés algún problema, ese mismo entorno desaparece.
Si me preguntás por qué, existe la posibilidad de que no sepan cómo ayudarte, o que estén enfrascados en sus propios quilombos. Pero siempre hay que hacerse un hueco durante el día para escuchar a un amigo o a un ser querido si realmente está atravesando un problema de salud o una mala racha. El día que entendamos esto, cambiarán muchas cosas, porque habrá otros valores que se pondrán por encima del individualismo. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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