Último día del mes, un lapso que a nivel personal ha sido positivo, dicho esto sin pretender hacer un "balance" ni nada que se le parezca. Simplemente tengo esa impresión, quizás si mirara en retrospectiva cómo fueron los primeros días de noviembre, cambiaría de opinión. Pero creo que estoy bien encaminado. Ayer retomé la escritura de los cuentos que tengo pensado publicar en algún momento. Me quiero tomar el tiempo necesario para pulirlos y darles la forma que pretendo, porque el objetivo que me propuse es que esos relatos tengan una calidad superior a los de mi primer libro.
Todo lo que puedo afirmar es que se trata de cuentos más extensos, y en algún punto me planteé si valía la pena que algunos de ellos tuvieran un "final abierto", como suele conocerse. Esto surgió luego de haber leído mucho a Cortázar, quien rara vez concluye un texto con un desenlace sorpresivo. En su caso, se valora más cómo va tejiendo la trama y los diálogos en los personajes; no por nada está considerado uno de los mejores escritores argentinos.
En las obras literarias o musicales de artistas de cierto renombre, es común que aparezcan textos o canciones póstumas. Ese legado, se supone, está a cargo de los herederos del fallecido, por supuesto, que tienen en su poder dicho material y los derechos de autor. Es muy difícil que aparezca algo superlativo cuando ese cantante o escritor ya dejó este mundo. Peor aún, es el caso de la literatura, cuando aparece de la nada algún un manuscrito que quedó inconcluso y termina redactándolo cualquiera, por muchos pergaminos que tenga en su haber. Me parece una estafa, sobre todo cuando se percibe un claro fin comercial sin ningún tipo de criterio respecto al resultado final.
Es así como se reeditan libros (o lo que fuere) contrariando la voluntad que su creador expresó en vida, como le pasó a Borges. Sobran ejemplos de esta naturaleza, como una supuesta "nueva canción" de Los Beatles que apareció hace unas semanas y que -en realidad- consistió en mejorar la voz de John Lennon con Inteligencia Artificial, hacer lo mismo con algunas guitarras de George Harrison, y sumar el aporte de los dos sobrevivientes, McCartney y Ringo Starr. La canción no es memorable y no contribuye en nada para cualquier fan del grupo, de manera que ese engendro fue pensado para "facturar", desde luego, pese a que a los dos beatles que siguen en el planeta de los vivos no les falta plata precisamente, son millonarios y cobran por regalías una cifra exorbitante todos los años.
Pensemos en otro ejemplo que es moneda corriente: Jimi Hendrix grabó tres discos en su breve paso terrenal (murió a los 27), sin embargo hay innumerables lanzamientos y recopilaciones post-mortem que superan holgadamente lo que el propio genio de la guitarra grabó antes de que muriera de sobredosis en 1970. Fue y sigue siendo un virtuoso, eso sí, pero yo no compraría un álbum con improvisaciones de 10 minutos en promedio, al estilo de lo que él hacía en el estudio u ocasionalmente en algún concierto, ya que no estaba pensado como para ser registrado en un disco por razones más que elocuentes.
Como es habitual en mí, me fui de tema: Volviendo al primer párrafo, que tiene que ver con algunas modestas reflexiones sobre esta última página de noviembre y el ya consabido "no hay precio". Se nota cuando vas a comprar cualquier boludez, y estimo que recién desde el 10/12 sí habrá precios y remarcaciones, por eso más de un comerciante no quiere vender ahora mercadería porque considera que si lo hace, y el valor aumenta, irá a pérdida cuando deba reponerla.
Es increíble a qué nivel se ha expandido esto. En mi casa, necesitamos unas chapas de zinc para reparar unas filtraciones del techo, pero nadie quiere venderlas, y no estamos hablando de algo que esté ligado a insumos importados, o al mismo dólar. El precio del "blue" sigue cayendo, desde hace una semana que viene bajando progresivamente, y no deja de resultar llamativo para aquellos que -como yo- no conocemos a fondo cómo se manejan los mercados financieros. Hay poco interés en comprar y en vender, básicamente por la ley de oferta y demanda. Pero esta "burbuja", como mencioné en la nota anterior, no durará demasiado. Cuando se anuncien las medidas de shock económico que tienen en vilo a buena parte de la sociedad, es muy posible que haya una disparada en los precios y en la cotización de las divisas. Por lo demás, sólo resta sentarse a esperar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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