28 de marzo de 2024

Cayéndose a pedazos

 Nos estamos cayendo a pedazos. Más allá de lo desastroso que es el gobierno de Milei, y que salta a la vista, hay otros aspectos a considerar. En primer lugar, la “protección” de los grandes medios, que incluso con peripecias inverosímiles, intentan justificar cualquier tipo de idiotez que el actual Presidente pueda decir. O mejor dicho, escribir: No da conferencias de prensa, brinda algún discurso en foros internacionales neoconservadores donde sabe que lo recibirán como si fuera un héroe… Pero –por lo demás- hace uso intensivo de Twitter (o "X", como se llama en la actualidad). Allí, reparte insultos y chicanas por doquier. Sin embargo, el problema de fondo no es ese ejercicio disruptivo que lleva inevitablemente a un nuevo conflicto. No. Lo que es imposible de soslayar es que, como Presidente, sus expresiones públicas deberían ajustarse (en teoría) a las que le competen como máximo representante del pueblo. No puedo entender cuál es el rédito que busca enfrascándose en esa dialéctica con Venezuela, o Colombia. La política exterior, que según él mismo sostuvo, prioriza a Occidente, constituye además una ofensa hacia países con los que históricamente mantuvimos buenas relaciones. En el supuesto de que se profieran giladas para distraer la atención y que hable la tribuna, está lejos de lograr ese efecto, porque la preocupaciones de la sociedad pasan por otro lado, y las relaciones diplomáticas deben estar enmarcadas dentro de una política de Estado. No se ataca a esos países porque sí, sino porque –para fingida indignación de Milei- son considerados populistas. Creo que tiene bastantes cuestiones por resolver fronteras adentro como para agitar a otros mandatarios por Twitter.

Todavía están aquellos que, literalmente, “le hacen el aguante”. Es decir, que apuestan a aguantar el ajuste con la expectativa de que vendrá algo mejor. Pues bien, ya transcurrieron más de 100 días de gestión, y el pescado sigue sin vender. De manera que, para mí, ese período de tolerancia se terminó. Con un sueldo promedio es imposible vivir dignamente, porque lo que vos cobrabas se vio licuado por la inflación y la devaluación. La gente vende los pocos dólares que tenía bajo el colchón. Vale decir que vende sus ahorros, o dicho de otra manera, se está “comiendo” sus ahorros. Se puede prescindir de determinadas actividades ligadas al esparcimiento, pero no se puede dejar de comer o de pagar un alquiler. 

Hoy por hoy, un viaje a Buenos Aires, es casi prohibitivo por varias razones: Primero, el pasaje de una combi está carísimo. Si vas en tren, es más barato, pero tardás el doble. Y en segundo lugar, cuando llegás a CABA, también comprobarás el caso que cualquier cosa que desees comprar o consumir está fuera de tu alcance, desde tomar un café hasta pagar el Subte. Esto ya lo hemos hablado: Los porteños cobran, por lo general, salarios más altos que nosotros, que somos del Interior. Pero, a decir verdad, ellos no tienen la menor idea de lo que es el Interior. Por momentos, da la impresión de que sería más adecuado llamarlo exterior, porque así consideran al resto territorio argento que está fuera de su quintita. El maxiquiosco de Larreta, como lo bautizó un periodista.

Este gobierno, hasta ahora, fracasó en todos los frentes: Por inexperiencia (en el Congreso), por la soberbia (primero dijeron que “la Ley no se negocia” y después terminaron transando al pedo porque se fueron con las manos vacías), por creer que las auditorías que hacen sobre los despilfarros de la gestión anterior les otorgarán un mayor apoyo popular. Si esos gastos eran millonarios y superfluos, vos lo que tenés que hacer es direccionar esa plata hacia los sectores que la necesitan. Si vos me estás diciendo que diste de baja una flota de 38 autos oficiales, o que despediste a empleados ñoquis, explicame cuáles son las áreas sensibles donde vas a destinar ese “ahorro”.

Retomando lo que se está haciendo desde Cancillería, con la inefable Mondino: Según Milei, la prioridad es establecer lazos con el hemisferio occidental (sobre todo con EE. UU.), y con Israel. Eso va a traer consecuencias lamentables, porque se trata mismo enfoque fue el que se trazó Menem, y fue así como tuvimos dos atentados terroristas, sumado al de su propio hijo.  Vos podés tener alguna preferencia si trazás una estrategia a nivel geopolítico, pero al momento de negociar, hay que abrir el juego a todas las naciones. Los empresarios argentinos pueden exportar a Asia o a África, son mercados muy interesantes. Entonces, esa visión tan estrecha del comercio internacional te lleva perder potenciales clientes y ganarte la antipatía desde todos los ángulos. ¿Por qué no establecer acuerdos con países islámicos o musulmanes? 

Según la ONU, “Islam” se refiere a la religión monoteísta practicada por los musulmanes. Su dios es Alá, su profeta Mahoma y el Corán es su libro sagrado. Tiene millones de seguidores en todo el mundo. Por lo tanto, musulmán es toda persona que practica la religión del Islam y NADA tiene que ver con el fundamentalismo islámico.

 Volvamos a esto: ¿Cuál es el beneficio real de aliarse a Israel, o es tan sólo un capricho por el culto religioso que dice profesar Milei? Hay algo perverso que se esconde detrás de todo esto, y que alcanza a todos los ministros del Gabinete. A mí, como a varios, se me acabó la paciencia. No me parecía prudente cargar demasiado las tintas ni tensar la cuerda sobre lo que este tipo podría llegar a hacer, pero ya hemos tenido hechos e indicios más que elocuentes. 

 La tan declamada Escuela Austríaca, sobre la que el Peluca dice sostener su ideario, no se parece en absoluto a lo que él está haciendo. El liberalismo, el libre mercado, no son conceptos nuevos. El anarco-capitalismo es un invento, un juego de palabras. No se puede exterminar al Estado cuando necesitás de él para firmar decretos, resoluciones, presentar proyectos de Ley al Congreso. Inclusive desde lo meramente burocrático, no hay manera de suprimir el rol del Estado. Ningún país del mundo lo hace, como tampoco ninguno de ellos se han planteado nunca cerrar el Banco Central. Si Milei representa “algo diferente”, y esas diferencias son antojadizas, sectarias y poco eficaces, es mejor quedarse con lo que ya conocemos como "casta". Punto final.

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