Mitad de semana en Lobos. Estamos atravesando tres días consecutivos de lluvia que -obviamente- traen consigo complicaciones considerables, sobre todo para quienes estamos en condición de peatones. Sacar la bici con esta contingencia climática no es la mejor opción, porque todavía hay muchas calles donde el agua continúa estancada. Sabido es que las bicicletas actuales carecen de guardabarros, o como se llame a la chapa que cubre a las ruedas. Es decir que toda tu ropa terminará salpicada en cada badén que debas transitar, por más recaudos que se tomen al respecto.
No deja de ser
curioso la intensidad con la que se registró el temporal. Chaparrones feroces, breves pero intensos, que en el lapso de pocos minutos hacían imposible la circulación.
Salir a la calle sin mojarse zapatillas o medias se convierte casi una proeza, y como no hay sol que
permita que la ropa se seque, se van acumulando tanto las prendas sucias como el calzado que todavía conserva cierta dignidad, pero que no ha sabido esquivar el obstáculo que supone encontrarse a cada paso con charcos por doquier. Aunque
lleves un paraguas, lo único que te cubre es la cabeza. Cuando finalmente
lográs llegar a un lugar bajo techo, lo dejás colgado en alguna silla, y no sé
si seré un simple incauto, pero muy probablemente te lo olvides y sólo te
percatás de ello cuando la lluvia empieza a arreciar nuevamente.
Además de asumir
el desafío de dictar un taller, que estimo comenzará a la brevedad, estoy
haciendo dos. Voy a aprovechar el próximo fin de semana para diagramar una estrategia que me
permita, mínimamente, cubrir todos los frentes. Lo más importante sigue siendo es mi laburo actual,
porque es lo que me deja plata. En cuanto a lo que estoy aprendiendo, podría dejarme otro ingreso
a futuro, cuando ya los cursos finalicen y yo pueda capitalizar lo que me dejó en términos de aprendizaje. La verdad es que no quiero decir demasiado aún, porque es muy reciente. Si consigo el objetivo ya tendrán más noticias.
Estas jornadas adversas, son propicias para dormir una breve siesta, ya que
otra cosa no se puede hacer. Toda actividad que estaba prevista al aire
libre, fue suspendida y en ciertos casos se reprogramó para otra fecha, y así te van
quedando baches en medio de la agenda. Pero cuanto más cansado estoy, más me cuesta dormirme, no me lo puedo explicar. En fin, yo diría que mientras pueda cumplir
con todos mis compromisos, va a estar todo OK. En 24 horas, pueden suceden un montón de cosas, o todo
lo contrario, sentir que fue un día totalmente desaprovechado.
En más de una
ocasión tengo trabajo pendiente, y si las circunstancias me llevan a laburar contrarreloj, el
resultado no es el mejor: Me cuesta darle la forma adecuada a los textos. A
veces hago un borrador, voy desgrabando algunos tramos de un reportaje o
entrevista, y después ya me dedico redactar y pulir los detalles para que esa nota pueda
ser publicada .
Tema 2: Desde
nuestro modesto “status quo”, a nivel país, no hay una política exterior clara. Al parecer este Gobierno quiere alinearse con EE. UU. e Isreal. Mientras tanto, no cesan de lanzar boludeces, como que vamos a volver a ser una
potencia, y otras incoherencias por el estilo. Difícilmente podríamos volver a ser
algo que nunca fuimos. Argentina nunca fue una potencia, digámoslo de una vez.
Sí es cierto que a mediados del siglo XX fue un gran proveedor de materias
primas, por eso tenemos esa mirada nostálgica de “el granero del mundo”. Un
granero que era para unos pocos, porque la mayoría de la población era
analfabeta, cobraba salarios miserables, y estaba sumida en la pobreza.
La mirada que
históricamente ha tenido EE. UU. sobre América Latina no ha variado, por más
que se alternen en el poder demócratas o republicanos. Somos un subcontinente
al cual han sometido y presionado para que resulte funcional a sus intereses.
Durante la Guerra Fría, en la lucha contra el comunismo, se entrenaba a los
militares para emprender una contraofensiva hacia los países que eran vistos
como una amenaza: Nicaragua, Guatemala, Chile, y la lista sería extensa..
Ya más cercanos en el tiempo, buscan consolidar su hegemonía firmando tratados de libre comercio en los que ellos, claramente, resultan los más beneficiados. Los Chicago Boys no necesitan ametralladoras o fusiles. Por eso es un poco temerario que ciertos periodista vean como un ejemplo a países como El Salvador, que han resignado su moneda soberana, y apelan a la militarización, y a la “mano dura” para combatir a las pandillas, a los sicarios y a los narcos. No se ataca la cuestión de fondo llenando una cárcel con perejiles. Tenés que ir a la caza de los que se llevan la mayor parte de la torta, que son los capos con dominio territorial.
Internet es,
definitivamente, una caja de sorpresas: Hasta 2010, pocos sabían que cientos de
cables presuntamente confidenciales de las Embajadas de EE. UU. se iban
filtrando, y que por lo tanto, salían a la luz estrategias espurias y
vergonzosas para continuar esa degradación hacia los latinos o hispanos. Todo ello comenzó
a difundirse, como seguramente recordarán, en el sitio web Wikileaks. Pese a
que se desató un escándalo de grandes proporciones, los diplomáticos yanquis
optaron por seguir como si nada, porque siempre fue su modus operandi
habitual. No hallaban motivos para alarmarse, lo consideran una práctica
natural y que tienen totalmente asimilada. Todavía hay gente que reacciona con
asombro al comprobar que estas cosas suceden ahora como hace 50 años, pero con otra
tecnología. Como si la CIA nunca hubiera existido, los espías fueran una ficción
a la usanza de James Bond, y las operaciones de las multinacionales para
voltear gobiernos fueran teorías caprichosas.
Pero justo es
decir, por otra parte, que las dictaduras que se visten de ropaje socialista
y/o comunista, lejos de brindar prosperidad al pueblo, lo único que hacer es
proferir bravuconadas hacia la tribuna, ejercer una demagogia sin límites, y exacerbar
una suerte de patriotismo que cae en saco roto cuando el pueblo al que ellos invocan
que va hundiendo cada día más. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
(PD= Sepan disculpar los errores de tipeo, cuando reescribís y corregís es algo que suele pasar)
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