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12 de agosto de 2009
El placer de leer el diario
Quizá no se hayan percatado, pero los diarios impresos son cada vez más pobres en cuanto a su contenido (esto se traduce en una menor cantidad de páginas, o en distintas triquiñelas para rellenar los espacios con boludeces e infografías absurdas). El criterio editorial que parece predominar es: "Debemos publicar muchas fotos y poco texto. La gente está apurada y no tiene tiempo para leer". Muchas secciones fijas de cualquier diario que se precie de tal han mutado a suplementos de compra opcional. Por ejemplo, los dos diarios de mayor circulación de la Argentina, Clarín y La Nación, incorporaron una revista cultural para de este modo reemplazar el suplemento que ofrecían los domingos. La publicación presentada por La Nación, ADN Cultura, resultó todo un fracaso para las expectativas de tenían los editores y tuvo que volver a integrarse al diario como un suplemento más los días sábado, en tanto que la Revista Ñ, de Clarín, tuvo mejor aceptación porque está pensada desde una mirada menos elitista. Más allá de esto, ambos diarios redujeron a su mínima expresión la sección "Cultura", amparándose en el hecho de que los interesados en acceder a una cobertura más amplia pueden adquirir las revistas opcionales.
En Lobos, hasta no hace mucho, por una cuestión de proximidad con Buenos Aires, no pagábamos el recargo por envío al Interior. Ahora, además de que el precio de los diarios aumenta cada dos o tres meses, se suma el antes mencionado recargo, con lo cual algo que resultaba tan natural como comprar el diario se ha vuelto uno de los blancos predilectos de la castigada clase media al momento de recortar gastos. Si me dan a elegir, yo prefiero siempre la edición impresa, porque realmente me cuesta leer desde la pantalla de un monitor la edición digital. Es lamentable que uno deba refugiarse en una biblioteca pública para leer el diario, no porque sea vergonzoso hacerlo ni mucho menos, sino porque antes uno podía comprarlo y llevárselo a su casa y transcurridos un par de días de su lectura, usarlo para envolver huevos, papas o lo que sea. Aunque con respecto a esto último, siempre me gustó conservar recortes de diarios acerca de noticias que consideraba curiosas o relevantes, y guardarlos en una carpeta. Hoy, todo se ha vuelto fugaz y efímero como consecuencia de la actualización permanente que hacen los diarios desde sus sitios web. Y nada de lo que ocurre es demasiado relevante como permanecer un tiempo prudencial en Internet. Un signo de los tiempos.
Dame aunque sea una mísera señal!
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