16 de agosto de 2009

El secreto del éxito tiene un nombre

El auge de las denominadas "redes sociales", durante este 2009, cuyo ejemplo por excelencia es Facebook, parece no tener techo. La cantidad de personas que diariamente acceden a divulgar sus datos personales para formar un grupo virtual de "amigos" es cada vez mayor. Afortunadamente, la aparición de este singular modo de estar en contacto con gente que supuestamente goza de nuestra amistad ha hecho que los "floggers" estén en vías de extinción. De todas maneras, no creo que los responsables de Fotolog se den por vencidos y es probable que estén delineando alguna estrategia para recuperar el liderazgo perdido. Como no me gusta criticar algo que no conozco, me registré en Facebook como Dios manda, y comprobé la absoluta inutilidad del servicio. Trato de usarlo solo para algún fin que considere útil o que al menos sea de mi agrado. 

Constantemente recibo invitaciones o "sugerencias" de personas que dicen ser mis amigos y a quienes nunca vi en mi vida, invitaciones para unirme a grupos que quieren salvar a las ballenas, y demás ítems que serían largos de mencionar. Sin embargo, hay que reconocer el secreto del éxito de Facebook. Una interfaz gráfica ágil y atractiva, la posibilidad de subir fotos o videos, de chatear con ese grupo selecto de "amigos", todo en uno. Es decir, multiplica las posibilidades de Fotolog, y en consecuencia es más completo. La pregunta es hasta dónde están dispuestos a llegar. ¿Cuál es el negocio detrás de todo esto, adónde van a para nuestros datos? La política de privacidad de Facebook ha sido objeto de debate y discusión en reiteradas oportunidades, y en un momento el sitio tenía previsto arrogarse la propiedad de todas las fotos y videos que los usuarios cargaran allí. El repudio fue tan categórico que se vieron obligados a dar marcha atrás, pero nadie sabe por cuánto tiempo. Mientras yo escribo estas líneas, cientos de personas creen encontrar en Facebook la llave para tener un millón de amigos y hacerse "populares" en la Web. 

Cambio de tema: Durante buena parte d este año, hice terapia con una psicóloga, con la que nunca conseguí lograr lo que se denomina "transferencia". Esto es, ni más ni menos, que el paciente y la persona que reúne los conocimientos necesario para hacerse cargo de ellos, puedan establecer una relación, que podría llamarse empatía o como ustedes gusten hacerlo. Al mejor estilo de las parejas actuales, nos separamos de común acuerdo, podría afirmar. Pero en el mientras tanto, debí conseguir a un profesional idóneo y que no me dejara en banda, lo cual no es nada fácil. La mayoría de las personas que deciden voluntariamente concurrir a terapia, logran dar con alguien apropiado la primera vez. Y es algo bastante desgastante ese proceso, porque obviamente ese nuevo/a psicólogo no sabe nada de vos ni de los motivos que te llevaron a concurrir al consultorio. A consecuencia de esto, hay que "repetir" el mismo cuentito una y otra vez, con el dolor y la frustración que ello produce. Nadie va a una sesión psicoanalítica porque está contento o siente que todas las piezas encajan perfecto. Ellos escuchan los problemas que vos tenés, y en base a su formación, te van proponiendo distintas alternativas. El tema es cuando muchas de ellas están lejos de tu posibilidad o de tu motivación. Quiero hacer una salvedad, aunque no tengo obligación de hacerla: No me considero un discapacitado mental, ni represento un peligro para otras personas o para mí mismo. Hay momentos en la vida en los que uno necesita contención, y eso me hace acordar aquella famosa frase de Divididos: "Mientras la guita se le iba por el diván...". Y sí, se nos va guita por el diván y por otras muchas cosas, en principio porque nadie labura gratis. Yo tampoco lo haría. Creo que los cambios en tus hábitos que te ayuden a mejorar deben realizarse de forma gradual: Yo puedo ir todos los días de la semana al gimnasio, anotarme en todos los cursos y talleres existentes, si esa es la supuesta solución. Pero ni yo, ni nadie, puede sostener eso en el tiempo. Cuando a mí, en calidad de paciente, me hablan con soluciones "de manual", deberían saber que tengo la inteligencia suficiente para darme cuenta de eso, y que en todo caso me pongo a leer libros de autoayuda. No quiero dejar de mencionar que sí hubo gente con buenas intenciones, que me ha ayudado y bancado siempre, desde otro lugar. Vaya para ellos mi eterno agradecimiento, y espero estar a la altura de retribuir esos gestos en el futuro. Nos reencontraremos muy pronto por aquí. Punto final.

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